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UN MAL HÁBITO

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“Por nada estéis afanosos…” (Filipenses 4:6).

Pablo y Silas fundaron en Filipos la primera iglesia de Europa. Allí sanaron a una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba muchas ganancias a sus amos. Éstos, viendo que había salido la esperanza de sus ganancias, prendieron a Pablo y a Silas, los acusaron con muchas calumnias ante los magistrados, el pueblo se volcó contra ellos, les rasgaron las ropas, los azotaron mucho con varas, los metieron en el calabozo y el carcelero le aseguró los pies en el cepo.

¿Qué hubiera hecho usted en tales circunstancias? A la medianoche, Pablo y Silas se ponen a orar y a cantar himnos a Dios, y los presos los oían. Entonces sobrevino un terremoto y el carcelero pensando que los presos han huido quiere suicidarse. Pablo le grita que no se haga daño, porque todos están allí. Entonces el carcelero los llevó a su casa, les lavó sus heridas y les permitió predicar el evangelio a toda la familia, y éstos se convirtieron a Cristo.

Los filipenses conocían esta historia y por eso Pablo tenía la autoridad de ordenarles que no se afanen por ninguna circunstancia adversa. El afán es una de las enfermedades del siglo, porque produce muchos trastornos físicos y emocionales. El afán es un mal hábito que se aprende en el hogar, la escuela, el vecindario o en el trabajo. El afán te empuja a preocuparte en vez de ocuparte. Pablo y Silas cantaban y oraban en vez de afanarse.

La buena noticia es: ¡El afán se puede vencer! Dios te ha dado el Espíritu Santo para fortalecer tu dominio propio. El afán te hace esclavo del temor, el Espíritu Santo te da libertad. El afán es un mal hábito de tu carácter, el Espíritu quiere transformarlo a la imagen de Cristo. El afán llena tu corazón de tinieblas, el Espíritu Santo llena tu corazón de paz.

-Carlos H. Suárez

Plan de lectura de la Biblia completa en un año:

Marzo 28, 2019
Josué 4-6
Lucas 5:17-39

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