MENTIRAS
“Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su
alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre
inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para
correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia
entre hermanos” (Proverbios 6:16-19).
¿Qué le aconsejarías a un creyente que trabaja en la
oficina de Atención al Cliente de una compañía y que a menudo tiene que responder
con mentiras cuando recibe quejas de la mala atención del personal, de la mala
calidad de los productos y de lo deficientes servicios que ofrecen? ¿Crees que
debe continuar trabajando allí? Analicemos tres asuntos:
Primero, la Biblia es muy clara acerca de la opinión
que tiene Dios sobre el pecado de la mentira y no tenemos que ir especulando al
respecto. Si te das cuenta, de las siete conductas pecaminosas que aborrece
Dios, la mentira aparece en dos ocasiones. Y, ¿por qué será que Dios aborrece
tanto la mentira? Puede ser porque es un pecado que tiene tantísima relación
con Satanás, con su carácter inmundo, con sus métodos maléficos y con el
proceder normal del resto de los demonios. Jesús, refiriéndose a Satanás, dijo:
“Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”
(Juan 8:44).
Segundo, en Hechos 5 la Biblia nos relata cómo Satanás
indujo a Ananías y Safira para que mintiesen, pero eso no libró a esta pareja de
la muerte física; la disciplina de parte de Dios les fue aplicada en forma
drástica e inmediata. Si Dios tuviera que aplicar la misma disciplina a todos
los mentirosos en la actualidad, con seguridad que yo no estaría escribiendo
esta reflexión ni tú lo estarías leyendo. Pero esta historia real que ocurrió
en los albores de la Iglesia nos muestra la opinión de Dios concerniente a la
mentira: La detesta, aunque sean expresadas por sus propios hijos.
Tercero, hay un dicho popular en Guatemala que dice:
“El que anda entre la miel, más de algo se le pega”. Si esto es cierto,
entonces el que dice mentiras a menudo, aunque sea por imposición laboral,
corre el riesgo de convertirse en un cínico mentiroso. El creyente puede
aprender a justificar todos sus pecados como lo hicieron los nazis que fueron
acusados de crímenes de lesa humanidad después de la Segunda Guerra Mundial; todos
se declararon inocentes, argumentando que todas sus acciones en contra de los
judíos fueron realizadas bajo coacción por parte de las autoridades superiores.
Dios espera que seas luz y sal. La luz escondida y la
sal insípida son inútiles, no harán que el pecado y la corrupción mengüen en tu
entorno laboral. Si tu deseo es vivir en integridad para la gloria de Dios, no
creo que Dios no pueda proveerte otro trabajo donde no tengas que mentir para
llevar el sustento a tu hogar. La mentira corrompe la moral personal y destruye
los tejidos de las relaciones interpersonales en la familia, el trabajo y la
iglesia. Es por éstas y por otras muchas razones que debemos alejar la mentira
de nuestros labios, para que Dios sea glorificado por nuestra conducta íntegra
y piadosa.
-Carlos H. Suárez
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Marzo 10, 2019
Números 34-36
Marcos 12:35-13:23
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