CARLOS VERSUS CARLOS
"Más vale ser paciente que valiente; más vale dominarse
a sí mismo que conquistar ciudades" (Proverbios 16:32).
Cuando leo este versículo no dejo de pensar en mis propias
luchas. El proceso de la transformación de todo mi ser interior no ha sido fácil
ni tampoco ha sido corto. Mis luchas contra las tendencias naturales de mi
temperamento comenzaron muy temprano en mi vida, allí cuando todavía me
encontraba en el vientre de mi madre; y terminarán allí por el final de mis
días, más o menos.
La batalla contra mí mismo es interna, es constante, es
ineludible, es tenaz y, eventualmente, afecta a segundos y terceros. Siendo
honesto, podría decirte que soy mi peor enemigo. Pero no soy el único, creo que
todos estamos sumidos diariamente en esta misma guerra conductual. Mientras yo
batallo contra mi impaciencia, mis enojos y mi orgullo, otros lidian contra sus
rencores, sus envidias y sus celos. Pero, al final de cuentas, esta es una brega
universal, todos pugnan diariamente contra los impulsos egoístas del corazón.
El corazón humano es perverso, laberíntico, indomable y
tendencioso al mal. Nadie por sí solo podrá vencerlo y/o dominarlo. Necesitamos
un poder superior al nuestro para ganar este duelo. Necesitamos ser llenos del
Espíritu de Dios para batir a nuestro propio corazón.
Hasta la fecha he logrado conquistar algunas áreas de mi
carácter, en otras continúo igual desde que era un adolescente y en otras áreas
sigo siendo un perdedor; mis reacciones negativas e inmaduras son tan fuertes, que
a menudo me hacen pecar y caigo derrotado hasta besar la lona de mi propia
vergüenza. Lo que nunca he hecho, y espero no hacerlo jamás, es desanimarme.
Aunque odio verme tirado en el suelo, le pido al Señor que me ponga de pie
nuevamente, y continúo firme y hacia adelante.
Reconozco por fe que Dios me ha dado su Espíritu, el cual es
un Espíritu de poder y de dominio propio. Con su ayuda puedo ser capaz de
refrenarme y llevar cautivas esas áreas desagradables de mi carácter al señorío
de Cristo, y ser transformado de gloria en gloria a la imagen de Su carácter. Es
reconfortante saber de que no estoy solo en esta lid, pues Dios está de mi lado
y no abandonará este proceso hasta el final de mi vida.
Finalmente, puedo asegurarte de que no soy perfecto, pero
sigo creciendo. Continúo cultivando hábitos piadosos que le permiten al Espíritu
hacer su obra en mí, hasta que mi carácter sea semejante al carácter de mi
Señor Jesucristo. Soy consciente que el éxito más grande que logre en mi vida
será: ¡Dominarme a mí mismo!
-Carlos H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Marzo 4, 2019
Números 22-23
Marcos 9:30-50
No hay comentarios
Publicar un comentario