NO TENGO GANAS DE ASISTIR A LA IGLESIA
"Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos" (Hechos 2:46-47).
Bueno, voy a comparar tu apatía hacia la iglesia con la falta de apetito. Si de repente has perdido el apetito, eso no es normal y algo no está funcionando bien en tu organismo. De igual manera, cualquiera que haya perdido el interés de asistir a la iglesia debe saber que alguna enfermedad espiritual le está afectando.
Yo recuerdo haber pasado por una etapa en mi vida en la cual de pronto, teniendo varios privilegios que cumplir, perdí el interés en asistir a los servicios y prefería irme a otro lugar: al cine, a reunirme con mis amigos, a jugar baloncesto, a jugar billar, mirar televisión, etc. Por supuesto que mi corazón había enfermado de orgullo, de vanidad, de celos, de resentimiento y de otros tantos males de la juventud. Nadie que deja de asistir a la iglesia está sano espiritualmente, insisto, nadie.
Algo está mal dentro de ti y debes confesarlo al Señor. Jesús instituyó la iglesia para que los miembros de su cuerpo se animaran y se retroalimentaran emocional y espiritualmente. Después que el Señor Jesús ascendió a los cielos, lo que hizo que los primeros cristianos se mantuvieran fervientes y unidos, fue el hecho que perseveraban como iglesia cada día.
En la reunión de la iglesia nos apoyamos en nuestras debilidades, nos consolamos en nuestras tribulaciones, nos fortalecemos para enfrentar a nuestros enemigos, nos exhortamos a seguir fieles al llamado de Cristo, nos protegemos de caer en las garras del desánimo y las dudas, nos corregimos de los vicios en los que caemos, nos instruimos en las Escrituras, nos animamos a la fe y a las buenas obras, y un largo etcétera.
No existe ninguna iglesia local perfecta, y si acaso existiese alguna, por favor no asistas a ella, porque al momento en que pongas un pie dentro, dejará de serlo. La iglesia es como una hoguera, si apartas un leño de ella empezará a enfriarse hasta que se apaga. Así es el creyente que abandona a sus hermanos en Cristo, empieza a apagarse poco a poco y, ya estando más de treinta y cuatro años en el ministerio cristiano, puedo asegurarte que nada bueno te espera.
Así como el enfermo que está convaleciendo tiene que comer poco a poco aunque no sienta ningún apetito, así también tú, aunque no sientas ganas de ir a la iglesia, debes hacerlo, ya que allí el Señor empezará a calentar tu corazón y muy pronto sentirás deseos más fuertes de congregarte, entonces ocurrirá que el rato menos pensado estarás de regreso y en comunión con tus hermanos en Cristo y ejerciendo el ministerio que Dios te ha encomendado.
Es imposible crecer en la vida cristiana solo. Dios ha establecido que tu crecimiento espiritual esté profundamente ligado a tu pertenencia y a tu comunión con otros miembros del cuerpo en una iglesia local. Asistir a la iglesia sin ganas no es hipocresía, es obediencia y Dios bendice a los obedientes.
-Carlos H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Enero 23, 2019
Éxodo 3-4
Mateo 13:53-14:12
Bueno, voy a comparar tu apatía hacia la iglesia con la falta de apetito. Si de repente has perdido el apetito, eso no es normal y algo no está funcionando bien en tu organismo. De igual manera, cualquiera que haya perdido el interés de asistir a la iglesia debe saber que alguna enfermedad espiritual le está afectando.
Yo recuerdo haber pasado por una etapa en mi vida en la cual de pronto, teniendo varios privilegios que cumplir, perdí el interés en asistir a los servicios y prefería irme a otro lugar: al cine, a reunirme con mis amigos, a jugar baloncesto, a jugar billar, mirar televisión, etc. Por supuesto que mi corazón había enfermado de orgullo, de vanidad, de celos, de resentimiento y de otros tantos males de la juventud. Nadie que deja de asistir a la iglesia está sano espiritualmente, insisto, nadie.
Algo está mal dentro de ti y debes confesarlo al Señor. Jesús instituyó la iglesia para que los miembros de su cuerpo se animaran y se retroalimentaran emocional y espiritualmente. Después que el Señor Jesús ascendió a los cielos, lo que hizo que los primeros cristianos se mantuvieran fervientes y unidos, fue el hecho que perseveraban como iglesia cada día.
En la reunión de la iglesia nos apoyamos en nuestras debilidades, nos consolamos en nuestras tribulaciones, nos fortalecemos para enfrentar a nuestros enemigos, nos exhortamos a seguir fieles al llamado de Cristo, nos protegemos de caer en las garras del desánimo y las dudas, nos corregimos de los vicios en los que caemos, nos instruimos en las Escrituras, nos animamos a la fe y a las buenas obras, y un largo etcétera.
No existe ninguna iglesia local perfecta, y si acaso existiese alguna, por favor no asistas a ella, porque al momento en que pongas un pie dentro, dejará de serlo. La iglesia es como una hoguera, si apartas un leño de ella empezará a enfriarse hasta que se apaga. Así es el creyente que abandona a sus hermanos en Cristo, empieza a apagarse poco a poco y, ya estando más de treinta y cuatro años en el ministerio cristiano, puedo asegurarte que nada bueno te espera.
Así como el enfermo que está convaleciendo tiene que comer poco a poco aunque no sienta ningún apetito, así también tú, aunque no sientas ganas de ir a la iglesia, debes hacerlo, ya que allí el Señor empezará a calentar tu corazón y muy pronto sentirás deseos más fuertes de congregarte, entonces ocurrirá que el rato menos pensado estarás de regreso y en comunión con tus hermanos en Cristo y ejerciendo el ministerio que Dios te ha encomendado.
Es imposible crecer en la vida cristiana solo. Dios ha establecido que tu crecimiento espiritual esté profundamente ligado a tu pertenencia y a tu comunión con otros miembros del cuerpo en una iglesia local. Asistir a la iglesia sin ganas no es hipocresía, es obediencia y Dios bendice a los obedientes.
-Carlos H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Enero 23, 2019
Éxodo 3-4
Mateo 13:53-14:12
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