LA MARAVILLOSA GRACIA DE DIOS
"Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: *De aquí a cuarenta días Nínive será destruida*" (Jonás 3:4).
Nínive era la capital del imperio asirio, una ciudad muy grande en extensión, con mucho poder, mucha gente, mucho comercio, pero con mucha maldad, se había corrompido hasta los tuétanos y Dios decidió raerla de sobre la faz de la tierra.
Dios le dijo a Jonás que vaya a la gran ciudad y les predique un mensaje conciso, veraz y categórico: "De aquí a cuarenta días Nínive será destruida". Ocho palabras que el Espíritu Santo utilizó para transformar la nación entera. El rey reconoció su pecado y se arrepintió de corazón, se vistió de ropas ásperas, se sentó en ceniza e hizo proclamar ayuno a todos los habitantes del país, exhortándolos a que se arrepientan y abandonen sus malos caminos y dejen de lado la violencia. Y Dios les perdonó sus maldades y no los destruyó.
La maldad del ser humano no puede extinguir la gracia de Dios. Donde abunda el pecado sobreabunda la gracia. Nuestros pecados, por más que sean muchos y abominables, no pueden apagar el amor de Dios: "Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (Salmos 51:17). Dios juzgó y condenó justamente a Nínive por sus transgresiones, pero cuando vio como se habían arrepentido de sus malos caminos, les perdonó y les dio otra oportunidad.
La verdad es que en muchas áreas no somos mejores que los ninivitas y, aún así, la gracia de Dios se extiende sobre el mundo un día más. Sin importar cuán sucio esté tu corazón, si te arrepientes y confiesas a Dios tus pecados, Él ha prometido perdonarte, así como perdonó a los habitantes de Nínive, y darte el regalo de la vida eterna.
-Carlos H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Enero 24, 2019
Éxodo 5-7
Mateo 14:13-36
Nínive era la capital del imperio asirio, una ciudad muy grande en extensión, con mucho poder, mucha gente, mucho comercio, pero con mucha maldad, se había corrompido hasta los tuétanos y Dios decidió raerla de sobre la faz de la tierra.
Dios le dijo a Jonás que vaya a la gran ciudad y les predique un mensaje conciso, veraz y categórico: "De aquí a cuarenta días Nínive será destruida". Ocho palabras que el Espíritu Santo utilizó para transformar la nación entera. El rey reconoció su pecado y se arrepintió de corazón, se vistió de ropas ásperas, se sentó en ceniza e hizo proclamar ayuno a todos los habitantes del país, exhortándolos a que se arrepientan y abandonen sus malos caminos y dejen de lado la violencia. Y Dios les perdonó sus maldades y no los destruyó.
La maldad del ser humano no puede extinguir la gracia de Dios. Donde abunda el pecado sobreabunda la gracia. Nuestros pecados, por más que sean muchos y abominables, no pueden apagar el amor de Dios: "Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (Salmos 51:17). Dios juzgó y condenó justamente a Nínive por sus transgresiones, pero cuando vio como se habían arrepentido de sus malos caminos, les perdonó y les dio otra oportunidad.
La verdad es que en muchas áreas no somos mejores que los ninivitas y, aún así, la gracia de Dios se extiende sobre el mundo un día más. Sin importar cuán sucio esté tu corazón, si te arrepientes y confiesas a Dios tus pecados, Él ha prometido perdonarte, así como perdonó a los habitantes de Nínive, y darte el regalo de la vida eterna.
-Carlos H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Enero 24, 2019
Éxodo 5-7
Mateo 14:13-36
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