NO SOPORTO VERTE BRILLAR
"Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas" (Juan 3:19).
Cuenta la fábula que una serpiente había atrapado a una luciérnaga y se disponía a matarla. Entonces la luciérnaga, con el afán de salvar su vida, le preguntó: - "¿Por qué quieres matarme si yo no te he hecho ningún mal y tampoco pertenezco a tu cadena alimenticia?". Entonces la serpiente, decidida a ejecutar su plan, le respondió: - "Te voy a matar porque no soporto verte brillar".
A las tinieblas se la compara con la esclavitud del pecado y a la luz se la compara con la nueva vida en Cristo. El hombre nace en oscuridad espiritual y por lo tanto aborrece la luz. Jesús es la luz del mundo que vino a mostrarnos el camino al Padre, pero los hombres le rechazaron y le crucificaron porque amaron más a sus vicios que a Dios. Ahora bien, así como la luciérnaga fue creada para brillar, el creyente en Jesucristo también fue salvado para brillar, es su vocación, es su destino.
Otro ejemplo que nos habla en forma elocuente de esta gran verdad es la Luna. La Luna es oscura, opaca y sólo sabemos que está allí cuando brilla por el reflejo de la poderosa luz del Sol. La Luna no puede renunciar a su propósito, está allí en el firmamento para reflejar al Sol, para iluminar la Tierra, para embellecer el paisaje nocturno, para inspirar al poeta y para darle la gloria a Dios.
Nosotros también fuimos salvados para brillar, somos el espejo de la gloria de Dios, de sus misericordias y de sus bendiciones, de sus maravillas y de sus bondades, ¡somos los trofeos de su gracia! Así que, aunque el infierno se estremezca y se oponga tenazmente a nuestro ministerio, no dejemos de brillar. Brillemos hasta que todos los hombres queden maravillados con la luz de Cristo.
-Carlos H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Enero 19, 2019
Génesis 44-45
Mateo 12:15-37
Cuenta la fábula que una serpiente había atrapado a una luciérnaga y se disponía a matarla. Entonces la luciérnaga, con el afán de salvar su vida, le preguntó: - "¿Por qué quieres matarme si yo no te he hecho ningún mal y tampoco pertenezco a tu cadena alimenticia?". Entonces la serpiente, decidida a ejecutar su plan, le respondió: - "Te voy a matar porque no soporto verte brillar".
A las tinieblas se la compara con la esclavitud del pecado y a la luz se la compara con la nueva vida en Cristo. El hombre nace en oscuridad espiritual y por lo tanto aborrece la luz. Jesús es la luz del mundo que vino a mostrarnos el camino al Padre, pero los hombres le rechazaron y le crucificaron porque amaron más a sus vicios que a Dios. Ahora bien, así como la luciérnaga fue creada para brillar, el creyente en Jesucristo también fue salvado para brillar, es su vocación, es su destino.
Otro ejemplo que nos habla en forma elocuente de esta gran verdad es la Luna. La Luna es oscura, opaca y sólo sabemos que está allí cuando brilla por el reflejo de la poderosa luz del Sol. La Luna no puede renunciar a su propósito, está allí en el firmamento para reflejar al Sol, para iluminar la Tierra, para embellecer el paisaje nocturno, para inspirar al poeta y para darle la gloria a Dios.
Nosotros también fuimos salvados para brillar, somos el espejo de la gloria de Dios, de sus misericordias y de sus bendiciones, de sus maravillas y de sus bondades, ¡somos los trofeos de su gracia! Así que, aunque el infierno se estremezca y se oponga tenazmente a nuestro ministerio, no dejemos de brillar. Brillemos hasta que todos los hombres queden maravillados con la luz de Cristo.
-Carlos H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Enero 19, 2019
Génesis 44-45
Mateo 12:15-37
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