CON SALIVA EN EL ROSTRO
"Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban" (Mateo 26:67).
La pasión de Jesucristo, desde que fue aprehendido en Getsemaní, pasando por la flagelación que le infligieron los romanos, continuando con el escarnio del pueblo en la vía crucis y terminando con la crucifixión y los dolores indecibles de las seis horas de agonía en la cruz, es un cuadro muy surrealista. En las afueras de los muros de Jerusalem, nada en todo ese escenario tiene sentido. Ver al Señor de los señores muriendo en condiciones paupérrimas supera incluso la ciencia ficción moderna.
Los superhéroes de Marvel son atacados, perseguidos y golpeados, pero a ninguno de ellos nos lo presentan humillados de tal forma que tengan saliva humana en sus rostros, y mucho menos pidiendo al Padre el perdón para quienes lo hicieron.
Uno puede estudiar detenida y minuciosamente a los dioses, profetas y mesías de las seis mil y más religiones que hay en el mundo, pero en ninguna de ellas encontrará nada ni remotamente parecido a un Juan 3:16: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".
¿Por qué Jesucristo que habitó por siempre en la gloria del cenit del Universo terminó humillado en el nadir del calvario? ¿Por qué el Rey de reyes en vez de tener una corona de oro y diamantes tiene una corona de espinas, y en vez de estar sentado en un trono de marfil está clavado en una cruz? ¿Por qué el más hermoso entre diez mil tiene el rostro cubierto de sudor, sangre y saliva? La respuesta es rotunda: "...para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna".
-Carlos H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Enero 16, 2019
Génesis 37-38
Mateo 10:16-42
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