ELEGIDO ANTES DE NACER
ELEGIDO ANTES DE NACER
«El Señor me dio el siguiente mensaje: “Te conocía aun antes de haberte formado en el vientre de tu madre; antes de que nacieras, te aparté y te nombré mi profeta a las naciones”» (Jer 1:4-5 NTV).
El profeta Jeremías era hijo del sacerdote Hilcías, de la ciudad de Anatot en la tierra de Benjamín. Dios encomendó el ministerio profético a Jeremías durante el declive del reino de Judá, en el período que abarca los reinados de Josías, Joacim y Sedequías, hasta la deportación de los habitantes de Jerusalén a Babilonia (586 a.C.).
Cuando Dios le dio el primer mensaje a Jeremías en el año 627 a.C., el profeta tenía aproximadamente 20 años. Era aún un «niño» para ir a donde Dios le mandaba y predicar lo que Él le decía. Jeremías sentía un gran temor de la gente, ya que los israelitas solían perseguir y apedrear a los profetas que consideraban como «pájaros de mal agüero».
Por esta razón, Dios anima al profeta a cumplir su propósito, prometiéndole su compañía y protección de manera incondicional y permanente. Jeremías no debía acobardarse ni desanimarse jamás, ya que sería inmortal hasta que su misión en este mundo hubiera concluido. Además, Dios le aclara al joven profeta que las palabras que iba a proclamar no provenían de su cosecha personal, sino del Señor mismo. Así, Jeremías iría a las naciones y reinos con la autoridad de Dios, para destruir y plantar cosas para su gloria.
La noticia prominente para hoy es que Dios tiene planes magníficos para ti también. Dios te ha escogido para hacer cosas prodigiosas y para predicar noticias inigualables. Te ha dado autoridad y te ha prometido su compañía, poderosa y real, para que vayas a evangelizar al mundo, desarraigando el odio y la guerra entre los pueblos, y sembrando el amor y la paz de Dios entre las naciones. La mies es mucha y los «jeremías» pocos, por lo tanto, es el momento de que también tú le digas al Señor: «Heme aquí, envíame a mí».
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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