¡DIOS SE FUE!
¡DIOS SE FUE!
«La gloria del Señor se elevó por encima del umbral del templo y se detuvo sobre los querubines. La gloria del Señor se elevó de en medio de la ciudad y se detuvo sobre el cerro que está al oriente de Jerusalén» (Ez 10:18; 11:23 NVI).
En el sexto año de la cautividad del rey Joaquín y del sacerdote Ezequiel en Babilonia (17 de septiembre del 592 a.C.), Ezequiel fue transportado por el Espíritu a Jerusalén en una visión. Allí, quedó asombrado al ver cómo el Templo del Señor estaba lleno de ídolos. Desde que la gloria del Señor descendió y llenó el templo construido y consagrado por Salomón hasta la visión de Ezequiel, habían transcurrido alrededor de cuatro siglos. Sin embargo, lo que Ezequiel presenció fue el colmo; Dios no lo soportó más y se apartó del templo y de la ciudad.
¿Qué fue exactamente lo que vio Ezequiel en el templo? En la puerta norte del atrio interior, cerca del altar, había un enorme ídolo que provocaba los celos de Yahweh. Luego, tras cavar un hueco en el muro, Ezequiel encontró una entrada escondida que conducía a unas recámaras cuyas paredes estaban grabadas con toda clase de reptiles y criaturas detestables. Allí vio a setenta líderes de Israel de pie, con sus recipientes para quemar incienso en las manos, adorando a los ídolos. También observó en la puerta norte del templo a unas mujeres sollozando por el dios Tamuz. Más adelante, en la entrada del santuario, entre la antesala y el altar de bronce, había unos veinticinco hombres de espaldas al santuario del Señor, inclinados hacia el oriente, rindiendo culto al sol. ¡Todo era un desastre!
Mark Twain dijo una vez: «Los dos días más importantes de tu vida son el día en que naciste y el día en que descubriste el porqué». En el caso de Israel, conoció su día de nacimiento en el Sinaí, pero nunca comprendió el porqué. Israel jamás entendió que fue escogido para reflejar la gloria de Dios y ofrecer alabanza a su nombre. Muchos, hoy en día, cometen el mismo error, permitiendo que en sus corazones —el templo del Espíritu Santo— habiten otros ídolos abominables, como el amor al dinero y al placer.
La noticia prominente para hoy es esta: el amor de Dios por su pueblo no tiene límites, pero su paciencia sí. Por lo tanto, adora al Señor con todo tu corazón y con todas tus fuerzas, porque fuiste redimido para la alabanza de su gloria. Purifica tu corazón de tal manera que Dios sea el primero, el centro y lo más importante en tu vida.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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