¿CÓMO ES DIOS?
¿CÓMO ES DIOS?
«Entonces dije: “¡Todo se ha acabado para mí! Estoy condenado, porque soy un pecador. Tengo labios impuros, y vivo en medio de un pueblo de labios impuros; sin embargo, he visto al Rey, el Señor de los Ejércitos Celestiales”» (Is 6:5 NTV).
La visión gloriosa de Yahweh sentado en su majestuoso trono que tuvo el profeta Isaías ocurrió en el año en que murió el rey Uzías (740 a. C.). Isaías vio el borde de su manto llenando el templo, asistido por serafines poderosos que, con voz potente, decían: «¡Santo, santo, santo es el Señor de los Ejércitos Celestiales! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!». El profeta creyó que su fin había llegado y que algún rayo saldría de la presencia de Dios y lo fulminaría ipso facto. Pero uno de los serafines tomó un carbón encendido y lo puso sobre su boca, quitando su culpa y perdonando sus pecados.
Cuando Isaías vio a Dios y oyó su voz preguntando: «¿A quién enviaré como mensajero a este pueblo? ¿Quién irá por nosotros?», inmediatamente respondió: «Aquí estoy yo. Envíame a mí». Esa decisión condujo al profeta por un camino tortuoso de sufrimiento y frustración, porque el pueblo no quería escuchar la voz de Dios ni obedecer sus mandamientos. Dios había hecho todo lo posible por seducir el corazón de su pueblo, llenándolo de favores y cuidados, pero Judá nunca lo amó ni produjo buenos frutos.
Entonces surge una pregunta: ¿Podemos ver a Dios en la actualidad? La respuesta es un rotundo sí. Oye las palabras del apóstol Juan: «A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer» (Jn 1:18). Es decir, cualquier visión, sueño, revelación o experiencia que haya tenido la gente con Dios en el pasado no es nada en comparación con lo que Dios nos ha mostrado en su Hijo Jesucristo. ¿Cómo es Dios? Dios es como Jesús, y el que ha visto a Jesús, ha visto a Dios. Jesucristo eclipsa cualquier otra revelación de Dios. Jesús es Dios hablándonos como nunca antes lo había hecho, no sólo con palabras, sino con una vida.
Dios ha hablado a su pueblo muchas veces y de muchas maneras en otros tiempos, pero en nuestros tiempos nos ha hablado por el Hijo (Heb 1:1-2). Jesús es la revelación completa y final de Dios. Cuando vemos a Cristo bendiciendo a niños, abrazando a leprosos, desenmascarando la hipocresía religiosa, alimentando a multitudes y sanando a los enfermos, sabemos que nuestro Dios supremo es exactamente como Jesús. Por lo tanto, si quieres conocer a Dios personalmente, tendrás que reconocer a Jesús de Nazaret como tu Señor y tu Salvador.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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