DE LA FURIA A LA PAZ
«Pero el Señor dijo a Moisés: “Vuelve a poner la vara de Aarón delante del testimonio para guardarla por señal a los rebeldes, para que hagas cesar sus murmuraciones contra mí, y no mueran”» (Nm 17:10 LBLA).
De todas las naciones de la tierra, Israel halló gracia ante los ojos del Señor, y Dios lo eligió para que sea su pueblo santo y su especial tesoro. De las doce tribus de Israel, Dios eligió a la tribu de Leví para que fueran sus ministros en el Tabernáculo de Reunión. De todas las familias de los levitas, Dios eligió a Aarón y a sus hijos para que fueran sus sacerdotes. Dios eligió a Israel, a Leví y a Aarón en base a su soberanía y a su gracia, no en base a sus méritos humanos. Ellos no lo eligieron a Dios, sino que Dios los eligió a ellos primero. Todos los siervos del Señor, desde Abel hasta nuestros días, hemos sido elegidos desde antes de la fundación del mundo por su maravillosa gracia y no por nuestras obras de justicia o decisiones previas. La elección es un acto soberano de Dios basado en su voluntad y propósito divino.
Coré era un levita descendiente de Coat y tenía tres amigos de la tribu de Rubén: Datán, Abiram y On. A ninguno de ellos les parecía bueno el liderazgo de Moisés y Aarón, y reunieron a unos doscientos cincuenta líderes israelitas muy respetados y tramaron una conspiración. Coré y su grupo le dijeron a Moisés y Aarón: «¡Ya estamos hartos de que ustedes se crean los líderes de todos nosotros! Dios está con todo el pueblo, y a todos nos ha elegido para servirle» (Lv 16:3). Moisés trató de reconvenir a Coré con estas palabras: «¿Les parece poco que Dios los haya elegido de entre los israelitas para que le sirvan en su santuario? ¿Por qué ahora quieren ser también sacerdotes? No se están quejando y rebelando contra Aarón sino contra Dios» (Lv 16:9). Entonces la gloria de Dios se manifestó y ordenó que todos los israelitas se alejaran de las tiendas de Coré, Datán y Abiram, y la tierra se abrió debajo de ellos y se tragó a los hombres, a sus esposas, a sus hijos, a todos sus seguidores, y descendieron vivos a la tumba junto con todas sus pertenencias.
Al día siguiente, toda la congregación volvió a murmurar contra Moisés y Aarón acusándolos de que ellos habían dado muerte a los israelitas. Entonces Dios les ordenó que se alejaran de esa gente para que Él los destruyera inmediatamente. El Señor les envió una plaga que corrió entre el pueblo y mató a 14 mil 700 personas, aparte de los que habían muerto el día anterior por la rebelión de Coré. Después de esto reinó un silencio sepulcral en todo el campamento, cerca de 15 mil israelitas habían muerto por quejarse y rebelarse contra los siervos elegidos por Dios. Entonces Dios ordenó que trajeran doce varas de madera de almendro, una por cada jefe de tribu patriarcal, incluido Aarón por la tribu de Leví. Al día siguiente Moisés encontró que la vara de Aarón había retoñado, echado flores y producido almendras maduras. Esta vara fue conservada en el Arca del Testimonio para que sirva de advertencia a los rebeldes.
La rebeldía es una actitud innata de resistencia, oposición o desafío hacia una autoridad establecida, los israelitas incurrían en ella continuamente y por ello Dios los castigaba severamente. Aunque Moisés y Aarón no eran perfectos, Dios los había elegido como líderes y sacerdotes, y desafiar su autoridad fue considerado como desafiar a Dios mismo. Ahora bien, si tu rebeldía contra Dios, tus padres o el sistema ha dirigido mal tus decisiones y por ello has sido castigado rigurosamente, hoy es el día oportuno para ser salvo, hoy es un día magnífico para reconciliarte con Dios y vivir en paz.
–Carlos Humberto Suárez Filtrín
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