LÍDERES CON PIES DE BARRO
LÍDERES CON PIES DE BARRO
«–¡Ay, Señor! –respondió Moisés_. Yo no tengo facilidad de palabra, y esto no es sólo de ayer ni de ahora que estás hablando con este siervo tuyo, sino de tiempo atrás. Siempre que hablo, se me traba la lengua» (Ex 4:10 DHH).
El reconocido empresario estadounidense, Dale Carnegie, afirmó: «El éxito en la vida depende en gran medida de la habilidad para hablar en público». Moisés parece haber estado muy abrumado por una afirmación similar en su tiempo, puesto que no se consideró la persona más apropiada para regresar a Egipto a decirle a faraón que deje ir al pueblo de Israel al desierto, para celebrarle una fiesta solemne a Yahweh. Moisés le dijo a Dios que no podrá realizar esa misión por causa de ser un hombre al que se le traba la lengua. La expresión «soy tardo en el habla y torpe de lengua» sugiere que Moisés sentía que no era un buen orador o comunicador. Algunas interpretaciones indican que podría haber tenido algún tipo de dificultad en expresarse claramente, ya sea por limitaciones en el habla o posiblemente por falta de confianza en sus habilidades para la oratoria.
Zig Ziglar, otro reconocido escritor estadounidense, dijo: «La habilidad de hablar en público es una de las herramientas más poderosas que puedes tener en tu caja de herramientas». Bueno, Moisés tenía otras excelentes herramientas en su caja, como el de escritor, teólogo, legislador, gobernador y líder, pero la elocuencia brillaba por su ausencia en dicha caja. Pero, ¿por qué Dios eligió a un tartajo para ejecutar la empresa más importante de todo el Antiguo Testamento? Lo cierto es que Dios nunca ha elegido a ninguno de sus siervos por sus dones y talentos personales. Él siempre que ha llamado a alguien para su servicio, lo capacita primero y por esa razón Moisés estuvo cuarenta años atendiendo a una esposa, dos hijos y pastoreando un rebaño de ovejas en el desierto de Madián. Si hacemos un recuento de los principales personajes de la Biblia descubriremos con asombro que todos ellos sin excepción tuvieron algún defecto físico, trauma emocional o debilidad de carácter.
Moisés no fue escogido por Dios por haber sido un alumno Summa Cum Laude de la Universidad de Menfis (expresión en latín que se traduce al español como «con la mayor alabanza» o «con sumo honor»), sino porque halló gracia a los ojos de Dios. Cuarenta años atrás, Moisés quiso hacer la obra de Dios guiado por su propia sabiduría y alentado por sus propias fuerzas y todo resultó en un verdadero fracaso. En esta ocasión, aunque Moisés dudó en un principio de sus habilidades, entendió que Dios lo llamó por su gracia y lo equipó tiernamente para llevar a cabo una tarea monumental. Esto enfatiza que el llamado de Dios no se basa en la habilidad humana, sino en su maravillosa gracia y en su plan soberano. La dependencia en Dios y la demostración del poder divino a través de individuos limitados como Moisés, refleja la forma en que Dios elige y utiliza a líderes con pies de barro a lo largo de la historia para cumplir sus propósitos eternos.
Los siervos que ministramos en el reino de Dios no pertenecemos al Canal de las Estrellas. Visto lo visto, parece más bien que fuimos reclutados de las Olimpiadas Especiales (donde compiten atletas con discapacidades intelectuales) o de los Juegos Paralímpicos (donde compiten atletas con discapacidades físicas). Sin embargo, todos los que hemos sido llamados al ministerio del Señor hemos recibido un Espíritu de poder, amor y dominio propio. Por lo tanto, debemos moderar nuestra timidez, despojarnos de nuestras dudas, superar nuestros complejos y ser libres de nuestros temores, confiando plenamente en Dios y obedeciendo sin matices a su llamado. Los líderes no somos perfectos, pero sí perfectibles. Moisés por la gracia y misericordia de Dios llegó a ser un gran líder de la nación israelita y el hombre más manso de toda la tierra.
–Carlos Humberto Suárez Filtrín
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