LIBRES POR GRACIA
«El Espíritu del Señor Soberano está sobre mí, porque el Señor me ha ungido para llevar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado para consolar a los de corazón quebrantado y a proclamar que los cautivos serán liberados y que los prisioneros serán puestos en libertad» (Is 61:1 NTV).
Isaías ministró como profeta de YHWH en Jerusalén (Reino del Sur, Judá) alrededor de cuarenta años (aproximadamente desde el 740 al 701 a. C.). La profecía que hoy nos concierne se cumplió en Su Majestad Real, Jesús de Nazaret. Jesús fue el Salvador (en hebreo «Mesías», en griego «Cristo» y en español «Ungido») enviado por Dios y anunciado por los profetas para liberar al pueblo de Israel de sus cadenas espirituales.
Israel y las demás naciones del orbe se encontraban en una situación moral y espiritual realmente paupérrima, sin Dios, sin fe y sin esperanza. Sin embargo, el estado natural del hombre, en cualquier rincón del planeta y en cualquier época de la historia, siempre ha sido caótico: pobre, solitario, enfermo, sucio y desnudo, en total bancarrota delante de Dios, sin nada de valor que ofrecer por su redención y sin ningún acreedor fiable a quien recurrir.
Jesús de Nazaret vino a este mundo con el claro propósito de liberar a su pueblo amado de su pobreza, vicios, enfermedades, complejos y temores, pero su pueblo no le reconoció como su Señor ni le recibió como su Redentor; Voltaire con justa razón siglos después escribiría: «Es difícil liberar a los necios de las cadenas que veneran». Israel, haciendo gala una vez más de su carácter obstinado, abrazó sus cadenas y rechazó la cruz.
La noticia prominente para hoy es: Jesús de Nazaret, gracias a su preciosa sangre que fue derramada en la cruz del Calvario, te puede liberar de cualquier opresión física, emocional y espiritual que te tiene esclavizado ahora mismo. Medita en las palabras que dijo el reconocido evangelista escocés, Oswald Chambers: «Cuando Jesucristo derramó su sangre en la cruz, no fue la sangre de un mártir; o la sangre de un hombre que dio su vida por otro; fue la vida de Dios derramada para redimir al mundo». ¡Cree en Jesús y serás libre!
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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