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ROSAS ENTRE LAS ESPINAS

«¡Aclamen con alegría al Señor, habitantes de toda la tierra! Adoren al Señor con gozo. Vengan ante él cantando con alegría. ¡Reconozcan que el Señor es Dios! Él nos hizo, y le pertenecemos; somos su pueblo, ovejas de su prado. Entren por sus puertas con acción de gracias; vayan a sus atrios con alabanza. Denle gracias y alaben su nombre. Pues el Señor es bueno. Su amor inagotable permanece para siempre, y su fidelidad continúa de generación en generación» (Salmo 100 NTV).

Marco Tulio Cicerón dijo: «La gratitud no es solamente la mayor de las virtudes, sino la madre de todas las demás». En el ‘salterio bíblico’, el salmo 100 se destaca como una de las bellísimas tarjetas de invitación universal a ser agradecidos con Dios por todas sus bondades y maravillas. El famoso teólogo medieval, Eckhard de Hochheim, más conocido como el ‘Maestro’ Eckhart, dijo una vez: «Si la única oración que dijiste fue gracias, eso sería suficiente».
En primer lugar, el salmista exhorta a todos los habitantes de la tierra que exalten al Señor con un rostro alegre, porque no hay excusa válida para justificar la apatía o el aburrimiento delante del Señor. El famoso poeta místico, Juan de la Cruz, escribió: «Una oración de acción de gracias cuando las cosas andan mal, vale por mil cuando las cosas andan bien». La gratitud es una poderosa vitamina espiritual para producir gozo en el alma.
En segundo lugar, el salmista anima a todos los creyentes que pertenecen al rebaño universal de YHWH, a que no escatimen sus emociones y expresen sus acciones de gracias a Dios con todas sus fuerzas, porque no somos huérfanos ni vivimos desamparados en este mundo, sino que somos príncipes celestiales, herederos de Dios y coherederos con Cristo, predestinados para reinar con Cristo para siempre.
En tercer lugar, el salmista exalta el amor inagotable y la fidelidad eterna de Dios para sus hijos amados. El reconocido predicador inglés, George A. Buttrick, afirmó: «Tal vez deberíamos intentar escribir las bendiciones de un solo día. Podríamos comenzar, pero nunca terminaríamos. No hay en todo el mundo suficientes lapiceros o papel». La gratitud a Dios mantiene la frescura del espíritu y la salud del alma. No seamos de aquellos que se quejan por las espinas entre las rosas, sino de aquellos que dan gracias a Dios por las rosas entre las espinas.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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