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DIOS, EL MEJOR REFUGIO


«Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en la gente. Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en príncipes» (Salmo 118:8-9 NTV).

Las palabras de este salmo se encuentran justo al centro de las Escrituras. Dos consejos de oro para cualquier persona, de cualquier edad y de cualquier nacionalidad. La gente podrá tener las mejores intenciones de apoyarnos, pero sus esfuerzos son falibles. Los príncipes tendrán el buen deseo de auxiliarnos, pero sus poderes son limitados también.

Dios es una persona confiable, porque cumple lo que promete y lleva a cabo lo que dice. Moisés afirmó que «Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer». La tendencia natural de los seres humanos es creer en lo que vemos y confiar en las personas con quienes hablamos. Si creemos en un Dios grande, poderoso y hacedor de maravillas, nuestra lista de preocupaciones será muy cortita o tal vez no tengamos ninguna.

Cuando usted ve a Dios a través de las obras que dispensa a su favor en medio de las dificultades propias de cada día, queda irremediablemente prendado de Él, de su amor y de su ternura. Cuando las personas conocían a Jesús ya no querían dejarlo, porque eran atraídos por la fuerza centrípeta de su corazón. David, el dulce cantor de Israel, exclamó: «Dios rescata a aquellos que lo aman y protege a aquellos que confían en Él».

La famosa actriz y cantante estadounidense, Pearl Mae Bailey, dijo una vez: «Las personas ven a Dios todos los días, pero simplemente no lo reconocen». Esta artista habló con mucha razón, porque con frecuencia le atribuimos al azar la autoría de las cosas lindas que hace Dios por nosotros, o al procedimiento adivinatorio del horóscopo, menos al dador de todo don perfecto, al Señor. Así que hoy es un magnífico día para decir junto a Corrie Ten Boom: «Deja que las promesas de Dios brillen sobre tus problemas».

—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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