CORRER TRAS EL VIENTO
«Aquí culmina el relato. Mi conclusión final es la siguiente: teme a Dios y obedece sus mandatos, porque ese es el deber que tenemos todos» (Ec 12:13 NTV).
El libro «Eclesiastés» es una traducción de la palabra hebrea «qohélet», y significa «quien convoca una asamblea» o simplemente un «predicador». En su afanosa búsqueda por encontrar el verdadero sentido a la vida, Salomón ha filosofado sobre todos los temas importantes de la existencia humana: la familia, las posesiones, el trabajo, el poder y los placeres. Al final de sus sesudas elucubraciones, las conclusiones a las que llegó les dejaron un mal sabor de boca, porque llegó al extremo de pensar que todo en la vida es «vanidad de vanidades» y que vivir no es más que «correr tras el viento».
Otros temas mucho más intrincados, como ser, el propósito de la vida y la cruda realidad de la muerte, el valor del alma humana y su destino eterno, el sufrimiento de los justos y la dicha de los malvados, la utilidad de la sabiduría y la futilidad de los pensamientos de los necios, fueron objetos de sus profundas meditaciones teológicas. Y es que la existencia es un privilegio y la vida es una bendición, no entenderemos todos sus detalles, pero jamás dudemos que Dios está en control. El famoso filósofo existencialista, Soren Kierkegaard, dijo: «La vida no es un problema para ser resuelto, es una realidad para experimentar».
Al final de su vida, Salomón todavía seguía creyendo en YHWH y con la confianza que obedecer sus mandamientos es lo único que realmente tiene valor y sentido en la vida. En un momento de extrema debilidad, el ser humano puede desanclarse de Dios y su Palabra, perderse en el abismo de la imaginación y las ideas, pero si es un hijo de Dios, siempre encontrará el camino de regreso a casa. El escritor británico, Gilbert Keith Chesterton, advirtió: «Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en Dios no es que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en todo».
La noticia prominente para hoy es que Dios continúa sentado sobre su trono y está en control del Universo y de tu propia vida. Si el peligro de contraer la Covid-19 está zarandeando tu fe, no temas al coronavirus sino a Dios. Confía en Jesús y no quites tu mirada de su cruz. Mantente firme y digno en la fe de Jesucristo, porque nuestra redención está cerca, amén.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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