LÁSTIMA
«Entonces entré en tu santuario, oh Dios, y por fin entendí el destino de los perversos» (Salmo 73:17 NTV).
Asaf («el escogido por Dios») es el nombre de un compositor y músico (ejecutante de címbalos) de los tiempos del rey David. Su nombre va antepuesto a doce salmos del salterio bíblico, escritos tal vez para que él y/o su familia los cantara. Se dice que Asaf fue un descendiente de Leví por medio de Gersón, conocido como un «vidente» que «profetizaba con el arpa».
¿Por qué sufren los píos y por qué se gozan los impíos? Estas son las preguntas más comunes e inquietantes que se hacen los miembros del género humano en este maravilloso planeta. En este salmo, Asaf no pone en duda la bondad de Dios, pero ver a los orgullosos prosperar a pesar de su maldad, lo hizo trastabillar y estuvo a punto de caer.
Asaf observó que los incrédulos aparentaban vivir sin problemas, no padecer enfermedades y enorgullecerse de sus blasfemias. El hagiógrafo los tacha de gordos, ricachones, burlones y licenciosos. Y su confusión llegó a tal extremo que, se preguntó si realmente valió la pena temer a Dios y mantenerse en santidad.
Fue en medio de ese torbellino de ideas que entró en la presencia de Dios y entendió que el camino de los perversos no tiene un buen futuro, pues van directo al precipicio y a la ruina. Quedarán completamente consumidos por los terrores que sentirán cuando Dios los llame a cuentas. Fue así que el corazón de Asaf se llenó de amargura por su necedad e ignorancia. Los malvados no deben inspirar envidia jamás, sino lástima.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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