DIOS ABRE SENDAS EN EL MAR
"Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo" (Éxodo 14:31).
¿Se imaginan a las aguas del mar Rojo partirse en dos y a un pueblo numeroso atravesarlo en seco? ¿Se imaginan a los niños dándose un festín mirando a los grandes monstruos marinos como en una pecera gigantesca? ¿Se imaginan el terror que se apoderó del corazón del pueblo, viendo y oyendo a los carros del poderoso ejército de Faraón pisándoles los talones?
Dios había liberado a Israel de la esclavitud de Egipto enviándoles diez plagas. Faraón, finalmente, dejó ir al pueblo, pero después se arrepintió. Así que Israel se encontró en medio de una aterradora crisis que amenazaba su existencia como nación: por delante tenían al mar Rojo y por detrás venían 600 carros egipcios con sus capitanes para destruirlos.
Pero Dios había dicho a Moisés: "Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová" (Éxodo 14:4). Esta fue una elocuente manifestación del poder y la autoridad de Dios sobre los gobiernos del mundo, una demostración gloriosa de la fidelidad de Dios a sus promesas, que Israel nunca olvidaría hasta hoy.
Vez tras vez vemos en las Escrituras que Dios usó las crisis para hablar y enseñar a su pueblo las virtudes de su carácter. Por lo tanto, que las crisis no nos sorprendan ni nos atemoricen, confiemos que el cielo gobierna sobre la tierra y que, por más terrorífica que sea la crisis en la que nos encontremos, en la vida o en la muerte, Dios estará con nosotros.
—Carlos H. Suárez F.
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