MENDIGA POR ELECCIÓN

"Hay quienes no tienen nada y presumen de ricos, y hay quienes todo lo tienen y aparentan ser pobres" (Proverbios 13:7 DHH).

Desde hace 13 años, aproximadamente, mi familia y yo la hemos visto caminar por diferentes calles, en distintos horarios y en los variados climas de la capital, unas veces bajo el sol abrasador del mediodía y otras veces bajo la fría llovizna, cubierta con un plástico y tiritando de frío. Se llama María Santos, es bajita, morena, tiene el cabello liso y canoso, su rostro está bien arrugadito y se dedica a mendigar.

Desde que la vi por primera vez me pareció una persona fuerte, inteligente y muy capaz de realizar cualquier oficio remunerado. Ahora luce cansada por los años, agobiada por el trajín y marchito el rostro por la polución, el frío y el calor. ¿Será que su infortunada vida como mendiga habrá sido causada por el capricho de las estrellas, o por alguna enfermedad física o mental, o por decisión propia?

La verdad es que me cuesta un montón creer que Dios haya planificado el éxito para algunos y el fracaso para otros. Creo que Jesús vino enviado por Dios para ofrecer vida plena y abundante a todo ser humano. No creo que haya alguien que tenga argumentos válidos para acusar a Dios de ser cruel o injusto. ¿Tú crees que en el juicio final alguien podrá mirar a los ojos de Dios y decirle: "Tú fuiste quien desgració mi vida y por eso estoy perdido"?

Jesús contó la historia de un joven que decidió irse de su hogar y terminó en un chiquero: pobre, solo, infeliz, hambriento y hediondo. Pero un día decidió regresar a su hogar y pedirle perdón a su padre, y su padre lo perdonó, lo abrazó, lo besó, le dio ropa nueva, le puso un anillo en su mano y lo sentó a su mesa para disfrutar de un banquete.

Todos los mendigos callejeros y los mendigos de este mundo pueden encontrar en Jesús abundancia de pan y de felicidad. Si doña María Santos le entregara hoy mismo su vida a Cristo, mañana ya no tendría que salir más a la calle a mendigar.

-Carlos H. Suárez F.