EL PRÍNCIPE DE LOS FALSOS PROFETAS
"Si el profeta anuncia algo y no sucede lo que dijo, será señal de que Dios no lo envió. Ese profeta no es más que un orgulloso que habla por su propia cuenta, y ustedes no deberán tenerle miedo" (Deuteronomio 18:22 TLA).
El 2 de marzo, Guillermo Maldonado, dijo: "Como apóstol con autoridad territorial sobre las naciones, en el nombre de Jesucristo, tomo autoridad y vengo en el mundo del espíritu. Padre, en el nombre de Jesús, ato todo espíritu detrás del virus corona, ahora mismo, en el nombre de Jesús. Yo ordeno: te echo fuera, ahí donde te originaste, te echo fuera, ahora mismo ordeno que ese virus se muere, se cancela, desde la raíz se disuelve; será como polvo, se disuelve, se desintegra, ahora. Ahora mismo ato todo espíritu detrás de ese virus y ordeno: te prohibo que sigas operando más, te ato aquí en la tierra y eres atado en los cielos...todas esas personas que se han enfermado del virus, yo declaro sanidad masiva en el mundo, los declaro sanos, libres en el nombre de Jesús".
Después que Maldonado hizo estas declaraciones, "su" iglesia emitió un comunicado advirtiendo que las personas que han sido expuestas al virus o que son sospechosas de tenerlo, deben quedarse en sus casas y no asistir a la iglesia. Es decir, Maldonado dice que el virus ya está muerto, pero ni su "propia" iglesia lo cree y los cultos se transmiten online. Pero Maldonado no es el único que ha dicho semejantes profecías que no son más que sandeces, aquí en Guatemala los tenemos por montones también: amantes de ellos mismos y del dinero.
Cuando Maldonado dijo que el coronavirus quedaba cancelado, habían 89,000 contagiados en todo el mundo. El 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al coronavirus una pandemia. Veintitrés días después de esa falsa profecía, Estados Unidos registra 55,137 contagiados y 799 muertos, y en el mundo entero 435,066 contagiados y 19,625 muertos en 197 países.
Maldonado no es un profeta de Dios, sino un sollastre manipulador que le hace mucho daño a la iglesia. Lastimosamente, debido a su visceral ambición por la fama y el dinero, ha desvirtuado la belleza de Cristo y el poder del evangelio, reduciéndolo a un mensaje huero que sólo se centra en el dinero. ¿Cuántas mentiras más tendrán que escuchar aquellos incautos que lo siguen, para declararlo un falso profeta?
-Carlos H. Suárez F.
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