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COVID-19, EL GRAN PREDICADOR



"Todo el que quiera ser sabio debe empezar por obedecer a Dios. Pero la gente ignorante no quiere ser corregida ni llegar a ser sabia" (Proverbios 1:7 TLA).

C. S. Lewis, famoso apologista cristiano del siglo pasado, dijo: "Y es que Dios nos habla por medio de la conciencia, y nos grita por medio de nuestros dolores". Este año Dios nos ha tenido que gritar por los dolores que está provocando el Covid-19 para sensibilizar nuestras conciencias.

Los caminos de Dios son inescrutables, pues los pesares y las muertes que el Covid-19 está dejando a su paso, han aumentando exponencialmente el número de creyentes y no de ateos. Así pasó con el terremoto del 4 de febrero de 1976 en Guatemala, que provocó la muerte de más de 22 mil personas y más de 76 mil heridos, y despertó un avivamiento espiritual sin precedentes hasta hoy.

Actualmente los noticieros están mostrando cosas nunca antes vista: los presidentes Nayib Bukele (El Salvador), Alejandro Giammattei (Guatemala), Donald Trump (EUA), Mario Benítez (Paraguay), Jair Bolsonaro (Brasil) y Laurentino Cortizo (Panamá), entre otros, invocando a Dios delante de sus pueblos, orando con sus ministros, citando las promesas bíblicas en sus declaraciones ante la prensa y declarando por doquier días nacionales de ayuno y oración.

Las redes sociales están saturadas de versículos de la Biblia, vídeos de sermones, vídeos con mensajes motivacionales, vídeos con testimonios elocuentes del poder sanador de Dios y programas dedicados a la intercesión y la consejería. Las oraciones y los cantos de alabanzas en lugares públicos se han vuelto frecuentes y Dios ha vuelto a ser el tema central de nuestras conversaciones.

El Covid-19 está predicando vehementemente al mundo entero que somos vulnerables y finitos, que el poder, los adelantos tecnológicos y las riquezas que anhelamos no son más que vanidades, que Dios es el único que nos puede salvar y que lo necesitamos con urgencia.

—Carlos H. Suárez  F.

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