CARNAVAL
"Si vivimos pensando en todo lo malo que nuestros cuerpos desean, entonces quedaremos separados de Dios. Pero si pensamos sólo en lo que desea el Espíritu Santo, entonces tendremos vida eterna y paz" (Romanos 8:6 TLA).
Alguien dijo: "Raspen a un cristiano y encontrarán a un pagano". Esa parece ser la cruda realidad durante la fiesta pagana-cristiana del carnaval. Aunque el origen de esta celebración es incierta, es muy evidente que la misma relaja y solivianta los valores cristianos en la sociedad.
El apóstol Pablo dijo: "Todo el mundo conoce la conducta de los que obedecen a sus malos deseos: no son fieles en el matrimonio, tienen relaciones sexuales prohibidas, muchos vicios y malos pensamientos. Adoran a dioses falsos, practican la brujería y odian a los demás. Se pelean unos con otros, son celosos y se enojan por todo. Son egoístas, discuten y causan divisiones. Son envidiosos, se emborrachan, y en sus fiestas hacen locuras y muchas cosas malas. Les advierto, como ya lo había hecho antes, que los que hacen esto no formarán parte del reino de Dios" (Gálatas 5:19-21 TLA).
Estas prácticas degradantes y vergonzosas describen exactamente lo que es y lo que se hace durante el carnaval: se da rienda suelta a los deseos pecaminosos de la naturaleza humana, caída y enemiga de Dios y de los valores escriturales. Buscar la plenitud de la vida celebrando carnaval es tocar en la puerta equivocada, buscar en el lugar erróneo haciendo las cosas incorrectas. John Piper dijo: "El pecado es lo que haces cuando no estás satisfecho con Dios". Así que lo que se predica con la mano en la misa y en el culto todo el año, se borra con el codo los tres días de carnaval en febrero.
Carnaval no es cultura ni folklore, es carne. Si siembras naranjas, cosecharás naranjas, si siembras carne, cosecharás muerte. ¡Ese es un hecho!
-Carlos H. Suárez F
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