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LA BASE DEL MATRIMONIO

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"El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue" (1 Corintios 13:4-8 NVI).

La iglesia de Corinto era rica en las manifestaciones de los dones del Espíritu Santo: lenguas, profecías y fe para obrar milagros, pero era pobre en producir los frutos del Espíritu Santo: amor, gozo y paciencia.  Así que el apóstol Pablo les enseña que la base de todas las relaciones humanas es el amor ágape, es decir, el amor que nos hace actuar con humildad, que nos hace servir con actitud de sacrificio y que nos mantiene leales hasta el fin, así como nos amó Jesucristo, hasta que lo clavaron en la cruz.

¿Se recuerdan de la "boda del siglo" entre Lucerito y Mijares? Esa pareja realmente vivió un romance envidiable, todo un cuento de hadas, una química impresionante, con una ceremonia majestuosa en el Colegio de las Vizcaínas de la Ciudad de México, que costó una fortuna y a la cual asistieron unos 700 invitados. El enlace matrimonial entre estos dos artistas tan queridos y famosos fue televisado y seguido por millones de fans en todo el continente, y a su vez se encuentra posicionado entre los 10 programas de mayor audiencia en la historia de Televisa.

Pero en marzo de 2011, luego de 14 años de matrimonio, la pareja anunció que su relación había terminado. Pero, ¿qué pasó con Mijares y Lucerito si lo tenían todo para ser un matrimonio feliz: juventud, pasión, carisma, simpatía, fama y dinero? Bueno, les faltó amarse el uno al otro con amor ágape, así como nos amó Jesucristo, sin orgullo y sin egoísmo. Lucerito y Mijares decidieron dejar de amarse y ahora cada quien continúa por su propio camino.

Por lo tanto, el amor es mucho más que un mero sentimiento, es una decisión. El amor es incondicional, va más allá del romanticismo y se manifiesta en forma verbal y factual. El amor es intencional y se enfoca en edificar al ser amado, a pesar de sus temores, defectos y yerros. El amor es real, no sólo lo define el diccionario, sino que lo vemos en el Calvario. Y Dios está dispuesto a derramar su amor sobre todo aquel que cree en Él y quiere amar a los demás como Él nos amó a nosotros. Si Lucerito y Mijares hubieran buscado a Dios, hoy seguirían creciendo juntos, disfrutando de la vida, del trabajo y de los hijos, sin rencores ni amarguras, tal y como lo prometieron en el altar.

-Carlos H. Suárez F.

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