NO VUELVE VACÍA
“Los
que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán” (Salmos 126:5).
David
y Svea Flood, su pequeño hijo de 2 años, y otra joven pareja Joel, y Berta Erickson,
dejaron Suecia en 1921 para llevar el evangelio a las tribus perdidas del Congo
Belga en África. Ninguna aldea les dio entrada. La tribu de habla Swahili
permitió que asentaran su campamento en las afueras de la aldea y solo se le
permitía a un niño llevarles pollos y huevos para venderle.
Svea
y los otros misioneros evangelizaron a este niño mostrándole amor y atención, hasta
que finalmente vieron como de rodillas le entregaba su corazón a Jesús. El niño
tuvo que guardar el secreto para que le permitieran seguir visitando el
campamento de los misioneros. Los Erickson consideraron la misión como un fracaso
y decidieron volver a la estación misionera.
Svea,
gimiendo de fiebre por la malaria, dio a luz a una niña a quien llamó Aina. La
joven misionera de 27 años falleció 17 días después. David tomó a sus hijos,
contrató a un hombre de la aldea y los llevó a la estación misionera. Aina fue
dada en adopción a una familia de misioneros de Minnesota y allí su nombre fue cambiado por Aggie. Aggie se casó con Dewey
Hurst y se dedicaron de lleno al ministerio.
En
sus bodas de plata, Dewey y Aggie Hurst visitaron Suecia. Aggie encontró a su
padre David anciano, enfermo de diabetes, con un derrame cerebral, viudo por
segunda vez, alcohólico, agnóstico y maldecía a cualquiera que le mencionara a
Dios. Pero David le pidió perdón a su hija, se abrazaron y lloraron juntos.
Entonces
Aggie le dijo: - “Papá, tengo una historia que contarte. No fuiste al África en
vano y Mamá no murió en vano. Hoy, 40 años después, hay 600 personas en ese
lugar que alaban y sirven al Señor porque tú escuchaste el llamado de Dios en
tu vida”. David se reconcilió con Dios y al poco tiempo murió hablando en
Swahili.
Pocos
años después, Dewey y Aggie estaban en Londres y uno de los conferencista era
un hermano del Zaire, superintendente de la Asociación de Iglesias de su país.
Dijo, “tenemos 32 estaciones misioneras, un hospital de 120 camas, varias
escuelas cristianas y nuestras iglesias tienen hoy unos 100 mil creyentes bautizados”.
Cuando Aggie le preguntó si conoció alguna vez a David y Svea Flood, él
respondió: - “Sí, madame, yo solía venderles pollo y huevos, fue Svea quien me
habló del amor de Cristo. ¿Quién es usted?”. Ella emocionada respondió: - “Yo
soy la hija de Svea Flood, yo nací en esa montaña”. El hombre la abrazó y
comenzó a bailar al estilo africano, llorando de emoción por haber visto a la
pequeña niña cuya madre murió por ellos. – “Debes volver al lugar de tu nacimiento,
tu madre es la persona más famosa de nuestra iglesia”.
Dios
conoce tus sufrimientos. Él conoce el final de tu historia. Sabe que al fin de
tu jornada hay cosecha, hay victoria, hay paz. Sigue adelante con la fe puesta
en aquel que te llamó al ministerio. Su Palabra no volverá vacía. Dios cambiará
tus lágrimas de dolor por lágrimas de regocijo.
-Carlos
H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Marzo 22, 2019
Deuteronomio 25-27
Lucas 2:21-52
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