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“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez” (Marcos 7:21.22).

La infidelidad conyugal ahora tiene una nueva excusa: “Cariño, la culpa la tiene el alelo”. Un estudio realizado a mil parejas heterosexuales en Suecia, comprobó que la infidelidad en los hombres proviene de un gen llamado alelo 334. El alelo 334 se encarga del receptor de la arginina vasopresina, que es una hormona básica que influye en el cerebro de la mayoría de los mamíferos.

Dos de cada cinco varones, con dos copias del gen, tienen doble riesgo de experimentar conflictos en la relación matrimonial y divorciarse, en comparación con los hombres sin ninguna copia. El descubrimiento radica en que es la primera vez que se asocia la variante de un gen específico con la manera en que los hombres se comprometen con sus parejas.

Las ciencias que estudian la genética humana, explican que el origen de ciertas conductas pecaminosas como el mentir, la cleptomanía (tendencia enfermiza al hurto), la infidelidad conyugal, el ingerir bebidas alcohólicas y drogas, se deben a los genes con los que nace cada persona.

Esta explicación científica libera a muchos de la responsabilidad moral de sus actos. Muchos ya pueden dormir tranquilos, libres de toda culpabilidad, arguyendo que sus excesos se deben a que ellos son víctimas de su formación genética.

El corazón de cada ser humano es el principal gestor de todas las conductas pecaminosas. Sin embargo, Dios, quien fue el diseñador de la formación genética de cada hombre, ordenó expresamente: “No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14). Y Jesús fue más enfático aún: “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28). Es decir, que Dios condena tanto el acto como la intención del adulterio. No existe ninguna disculpa genética para el adulterio. La infidelidad es un pecado cuya responsabilidad descansa en cada persona.

Lo que decida nuestra victoria o fracaso, no será la presencia o ausencia del alelo 334, sino nuestras propias decisiones. Dios nos ha dado espíritu de dominio propio para poder vencer cualquier tentación, no solamente la tentación de ser infiel. Con la ayuda de Dios podemos vencer y dejar atrás cualquier vicio. La fidelidad a su esposa es una de las más grandes preseas que puede ostentar todo hombre casado.

-Carlos H. Suárez

Plan de lectura de la Biblia completa en un año:

Febrero 17, 2019
Levítico 18-19
Mateo 27:62-28:20

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