CONVERGENCIA
"...y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses 2:8).
En los tiempos de Jesús, la crucifixión era la peor forma de dar muerte a una persona. Para los romanos era tan denigrante que un ciudadano no podía ser condenado a semejante suplicio. Y para los judíos, ser clavado en un madero era una señal de maldición prescrita por la Torá.
Jesús fue llamado varón de dolores, y en la cruenta cruz que él sufrió, convergen las funestas manifestaciones de la maldad del corazón humano. La infausta cruz desata sólo desgracias y más desgracias físicas, emocionales, familiares, financieras, sociales, religiosas y espirituales, sobre el desafortunado a ser clavado en ella.
Jesús sufrió una brutal flagelación, hipovolemia (desangramiento), el escarnio de la gente, la vergüenza de la desnudez de su cuerpo, el abandono de sus discípulos, sed insoportable por la deshidratación, un dolor excruciante (inexplicable, propio de la cruz) en todo el cuerpo. La crucifixión es una muerte lenta por una agonizante asfixia.
Sin embargo, los perjuicios de la cruz no pudieron apagar la llama del amor de Dios. John Goldingay lo describe así: "Por medio de la cruz, Dios mostró que ni el asesinato de Dios es capaz de lograr que Dios deje de amarnos y relacionarse con nosotros. Jesús resucitó para avisárnoslo".
-Carlos H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Febrero 6, 2019
Éxodo 35-36
Mateo 23:1-22
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