FE ANCLADA EN JESÚS
FE ANCLADA EN JESÚS
«El Señor (YHWH) le dijo a mi Señor (Jesús): “Siéntate en el lugar de honor a mi derecha, hasta que humille a tus enemigos y los ponga por debajo de tus pies”» (Sal 110:1 NTV).
El Salmo 110 es uno de los cánticos mesiánicos más famosos del 'himnario bíblico' y una de las porciones del Antiguo Testamento más citadas en el Nuevo Testamento, con hasta 27 citas directas o alusiones indirectas. El rey David, guiado por el Espíritu Santo, reveló proféticamente las palabras de Yahweh (El Señor) al Mesías, el Señor de David. Jesús mostró cómo el rey David llamó al Mesías «Señor», reconociendo que el Mesías era mayor que él mismo.
Pedro también citó este pasaje bíblico en el gran discurso que dio a la multitud el día de Pentecostés, afirmando que fue David quien profetizó la deidad de Jesús y su ascensión a la diestra de su Padre celestial. El apóstol Pablo también se refirió a este salmo, explicando el poder con el cual el Mesías gobernará al mundo entero desde la ciudad de Jerusalén. Asimismo, el autor de la epístola a los Hebreos cita una vez más esta porción del Antiguo Testamento para establecer la superioridad de Jesús el Mesías sobre los ángeles.
Refiriéndose a este pasaje, Charles Spurgeon, el famoso y antiguo pastor del 'Tabernáculo Metropolitano' de Londres, escribió: «Qué condescendencia de parte de Jehová el permitir que un oído mortal escuche, y que una pluma humana registre su conversación secreta con su igual, su Hijo. Qué tan grandemente debemos valorar esta revelación de un discurso privado y solemne con el Hijo, aquí hecho público para alegrar a su pueblo».
En este día glorioso, ¿habrá un motivo más grande para alegrarme que depositar mi fe en Su Majestad Real, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios? El nacimiento, ministerio y pasión (muerte, resurrección y ascensión) de Jesús, el Mesías fiel y verdadero, fue revelado y reverenciado por el rey David, por lo que mi confianza y mi esperanza están ancladas en Él. Por lo tanto, espero ansioso su regreso, para estar con Él y reinar con Él para siempre. ¡Aleluya!
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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