EVITA EL PLEITO
EVITA EL PLEITO
«Honroso es al hombre evitar la contienda, pero no hay necio que no inicie un pleito» (Pr 20:3 NVI).
Estos proverbios fueron escritos por hombres sabios que, conociendo la ley del Señor y los conflictos de la gente, nos brindaron sus consejos para que, con respeto y humildad, nos sometamos al señorío de Yahweh y dejemos de actuar como si todo estuviera bajo nuestro control o según nuestros planes. Poner en práctica estos principios es apostar por el crecimiento personal, la buena comunión y la plenitud en el oficio. El enfrentamiento o discusión entre dos o más personas por diferencias de opiniones o intereses es molesto y peligroso.
Hay creyentes que están muy convencidos de que los pleitos en las relaciones interpersonales son muy útiles y necesarios: (1) para darle sabor a la vida, como el chile a la comida; (2) para desahogar el estrés diario con la esposa; (3) para aprender a defenderse con los hermanos; (4) para abrirnos paso en el tráfico insultando a los demás conductores; (5) para realizar nuestro trabajo en paz amedrentando a los colegas, etc.
Pero, así como la pelea no corresponde al cristiano, la tranquilidad no corresponde al impío. El libro de Proverbios advierte que el hijo «buscapleitos es una desgracia para su padre» (19:13) y que «es mejor vivir solo en el desierto, que con una esposa quejumbrosa y peleonera» (21:19). Por el contrario, «evitar la contienda es una señal de honor», porque «hay pleitos de un minuto que te roban toda la vida». Provocar la disputa, prolongar el altercado, azuzar la riña o amar la guerra es de locos y de necios.
Finalmente, recordemos que la medida de la ética cristiana es Cristo. Y si observamos detenidamente el ejemplo de Jesús, veremos que él vivió en conformidad con sus hermanos, practicó la armonía con sus discípulos y fomentó la concordia entre la gente. Ante las constantes y polémicas acusaciones de sus adversarios, Jesús demostró mansedumbre y humildad, virtudes cardinales que deben relucir en el carácter del discípulo de Cristo. ¡Seamos sabios que viven en paz y no necios envueltos en discordia!
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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