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EN DIOS Y EN NADA MÁS


EN DIOS Y EN NADA MÁS

«Que todo lo que soy alabe al Señor; con todo el corazón alabaré su santo nombre. Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí» (Sal 103:1-2 NTV).

Alabar a Dios es enumerar las incontables maravillas de su personalidad, celebrar sus extraordinarias proezas y elogiar sus infinitas y meritorias cualidades. Como se afirmó ayer, todo el papel y la tinta que hay en el mundo no serían suficientes para detallar todas las cosas hermosas del ser y el hacer de nuestro admirable Padre celestial. En el salmo que nos concierne hoy, el rey David se motiva a sí mismo para exaltar el glorioso nombre de Yahweh y recordar sus estupendas bendiciones.

En primer lugar, el salmista alaba al Señor por el perdón de sus pecados y la sanidad de todas sus enfermedades. El perdón de nuestros pecados debe ser el principal motivo para alabar a Dios, porque nos libera de la esclavitud de la culpa y del temor. El escritor cristiano John White dijo: «No hay nada que libere tanto a una persona del control del pecado como el descubrimiento embriagador de que ha sido libremente aceptado y perdonado».

En segundo lugar, el salmista alaba al Señor por haber sido redimido de la muerte y haber sido coronado de amor, misericordia y toda cosa buena. Philip Yancey dijo que «la gracia transmite la mejor noticia posible: que el Dios del Universo nos ama; una noticia tan buena que lleva consigo el olor del escándalo», el escándalo que «no fue la sangre de un mártir, o la sangre de un hombre que dio su vida por otro; fue la vida de Dios derramada para redimir al mundo» (Oswald Chambers).

En tercer lugar, el salmista alaba al Señor por haberle dado la rectitud y haber hecho justicia con él cuando otros lo trataron injustamente. En cierto sentido, es difícil alabar a Dios cuando se observa que la parcialidad y la injusticia prevalecen por doquier. El político francés Adolphe Thiers dijo: «La injusticia es una madre jamás estéril: siempre produce hijos dignos de ella». Pero el salmista alaba al Señor porque Él es justo e imparcial, vindica y rectifica a sus hijos que sufren y son víctimas de la injusticia.

El salmo 103 nos anima a alabar a Dios por sobre todas las cosas. Como dijo el famoso evangelista inglés Theodore Austin-Sparks: «Busca tener tu vida en Dios, no en cosas, no en personas, no en lugares, no en circunstancias, no en argumentos, no en razonamientos humanos, sino en Dios».

Carlos Humberto Suárez Filtrín

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