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EL LISTÓN ROJO


EL LISTÓN ROJO

«Josué les dijo a los dos espías que habían explorado la tierra: “Vayan a casa de la prostituta y sáquenla de allí con todos los suyos, tal como ustedes se lo prometieron”» (Jos 6:22 DHH).

La ciudad de Jericó está ubicada en el centro del país, aproximadamente a unos 11 kilómetros al oeste del río Jordán. Conocida como «la ciudad de las palmeras» (Dt 34:3), Jericó ha sido objeto de varias teorías sobre el origen de su nombre. Se ha sugerido que podría estar relacionado con el dios lunar "Yarij", cuyo epíteto en la mitología cananea es «iluminador de los cielos», y que Jericó era un centro de culto en su honor. Esta antigua ciudad cananea fue declarada «herem», que significa «anatema» o «consagrada a la destrucción». Como se menciona en Josué 6:17: «Y la ciudad será anatema a Jehová, con todo lo que en ella hubiere; solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos» (Jos 6:17). Jericó se caracterizaba por tener sus puertas bien cerradas debido al temor que sentía la población. Esto se debía a que habían escuchado acerca del milagro realizado por Dios al detener las aguas del río Jordán para permitir que el pueblo de Israel lo cruzara en seco, similar a lo que ocurrió en el Mar Rojo cuarenta años antes.

La gran ciudad de Jericó fue la primera conquista cananea consagrada a Dios. Dios instruyó a Josué para que él y sus hombres de guerra marcharan en silencio alrededor de la ciudad durante siete días, una vez al día durante seis días consecutivos, y siete veces el séptimo día. Siete sacerdotes con sus cuernos de carnero caminarían delante del Arca del Testimonio y los hombres armados. Al final de la séptima vuelva del séptimo día, los sacerdotes debían tocar sus cuernos de manera estruendosa y prolongada. Entonces, todo el pueblo debía gritar lo más fuerte posible. En ese momento, Dios derribaría los muros fuertes e inexpugnables de la ciudad. La congregación avanzaría directamente para atacar y destruir la ciudad como una ofrenda a Jehová.

El lugar en el muro donde se podía ver un listón rojo colgando marcaba el hogar de la prostituta Rahab. Esta sección particular de la gran muralla no fue destruida por Dios, ya que Rahab mostró un temor reverencial hacia el Señor y protegió a los dos espías israelitas que habían estado explorando secretamente la ciudad. Todo lo que había en Jericó, incluyendo personas, animales y bienes materiales, estaba destinado al fuego del holocausto, y ningún israelita debía tomar algo del botín para sí mismo. Únicamente los objetos de oro, plata, bronce y hierro fueron recolectados y depositados en el tesoro del Señor. Rahab, junto con sus familiares que estaban presentes en el momento del milagro, fueron los únicos perdonados por Dios y se les permitió seguir con vida. Sin embargo, la gracia de Dios se manifestó plenamente en Rahab, ya que posteriormente se casó con un príncipe de Judá llamado Salmón. Rahab llegó a ser una tatarabuela del rey David y de Jesús de Nazaret.

Hace dos mil años, en una colina llamada Calvario, situada fuera de las murallas de la ciudad de Jerusalén, donde se llevaban a cabo ejecuciones públicas, Jesús de Nazaret, el Salvador del mundo, fue crucificado. Su sangre inocente tiñó de rojo profundo la cruz, ofreciendo vida eterna a todo aquel que cree en Él. Durante dos milenios, la cruz de Cristo, ese "listón rojo" del Calvario, ha ofrecido salvación del juicio venidero a todos los hombres que, arrepentidos y humillados, se acercan a Dios buscando el perdón de sus pecados. Por esta razón, te invito a que hoy mismo creas en Jesús y seas salvo, tú y tu familia.

–Carlos Humberto Suárez Filtrín

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