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¡AL INFIERNO CON EL DIABLO!


¡AL INFIERNO CON EL DIABLO!

«Cuando entres en la tierra que el Señor tu Dios te da, ten mucho cuidado de no imitar las costumbres detestables de las naciones que viven allí» (Dt 18:9 NTV).

El título de esta reflexión, «¡Al infierno con el diablo!», está inspirado en la canción «To Hell with the Devil» del segundo álbum de larga duración de la banda metálica cristiana Stryper. Este álbum fue lanzado el 24 de octubre de 1986, como sucesor de su exitoso álbum «Soldiers Under Command». Esto refleja exactamente lo que Dios ordenó a su pueblo amado antes de entrar a poseer la Tierra Prometida: ¡Al infierno con el diablo! El archienemigo de Dios, de los hijos de Israel y de nuestras almas es inmundo, perverso y mentiroso, ya que sus artimañas son ofensivas y malintencionadas. Satanás odia visceralmente a Israel y procura hacerle daño en todas las formas posibles, porque siente celos que Dios lo haya escogido como su tesoro especial, su esposa amada, su príncipe glorioso y su real sacerdocio. Por eso los israelitas debían ser valientes y astutos, resistir tenazmente a las tentaciones y no dejarse engañar con sus patrañas.

Los pueblos que habitaban en Canaán, incluyendo amorreos, cananeos, heteos, jebuseos, ferezeos, heveos y gergeseos, estaban dispersos por toda la región que corresponde aproximadamente a la actual Palestina, Israel, Líbano y partes de Jordania y Siria. Estaban corrompidos moral y espiritualmente hasta los tuétanos; el Diablo los tenía enceguecidos y profundamente enmarañados con diversos rituales que no hacían otra cosa que rendir culto a Satanás mismo y a sus demonios. Sin sentir ningún remordimiento, sacrificaban a sus hijos e hijas como ofrendas quemadas (holocaustos) a los ídolos. Impúdicamente practicaban la adivinación, la hechicería, la brujería y los conjuros, además de buscar la interpretación de agüeros. Lopeor de todo era que invocaban el espíritu de los muertos a través de médiums y videntes. ¡Todas esas prácticas eran execrables a los ojos de Dios! (Dt 18:10-11).

La conducta de los hijos de Israel debía ser intachable ante los ojos del Señor y de las naciones del mundo. Aunque Israel era un pueblo pequeño, era un pueblo santo, apartado por Dios para habitar en el epicentro del mundo, con la sagrada misión de mostrar las maravillas del Señor y llevar las buenas noticias de salvación a todas las gentes. El escritor estadounidense Benjamin Franklin dijo que «las verdades a medias son mentiras completas». Satanás es ese gran mentiroso que se opone a la voluntad de Dios, porque cuando el Señor hace algo a favor de su pueblo, él hace inmediatamente lo contrario; y cuando Dios ordena algo para el bienestar de sus hijos, Satanás dice lo contrario para hacerlos tropezar o algo parecido para confundirlos. Lo más temible del demonio no son sus cuernos, sino sus mentiras.

En la actualidad, el creyente debe mantener la misma actitud que Dios les ordenó a los israelitas en el pasado: ¡Al infierno con el diablo! El cristiano debe tener el cuidado de no trivializar su vida espiritual, porque el diablo en ningún sentido está jugando a ser diablo. Está terminantemente prohibido para los hijos de Dios participar en rituales que involucren adoración a dioses paganos; practicar la adivinación, como la lectura de tarot, astrología y quiromancia; invocar espíritus a través de médiums o la ouija; ejercitar la brujería o magia que implican el uso de hechizos, encantamientos o cualquier otra forma de manipulación de energías sobrenaturales; intervenir en rituales que promuevan el sacrificio animal o humano; y finalmente, involucrarse en actividades que promuevan la violencia o el sufrimiento hacia otros seres humanos. Todas estas actividades siguen siendo abominaciones a los ojos de Dios, y ninguno que las practique quedará sin castigo. La excelente noticia para hoy es que Dios envió a Jesucristo al mundo para deshacer las obras del maligno. Si crees en Jesús ahora mismo, serás libre del pecado y las cadenas del satanismo. Confía en Jesús y tendrás una vida plena.

–Carlos Humberto Suárez Filtrín

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