¡LOCO POR TI!
«¡Jamás! ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho? ¿Puede no sentir amor por el niño al que dio a luz? Pero aun si eso fuera posible, yo no los olvidaría a ustedes. Mira, he escrito tu nombre en las palmas de mis manos» (Is 49:10-11a NTV).
El diccionario de la Real Academia Española (RAE) tiene 88 mil palabras. Si tuviese que elegir una para describir la personalidad de la nación israelita, esa sería «terca». Y elijo esa, porque esa fue la que escogió el Señor para describir a su pueblo: «Pues yo sé lo terca y obstinada que eres; tu cuello es tan inflexible como el hierro y tu cabeza es tan dura como el bronce» (Is 48:4 NTV). Dios hizo lo posible y lo imposible para seducirlo con amor inagotable y demostrarle sus planes maravillosos, pero Israel ‘pateó el tablero’ una y otra vez, traicionando a su Señor y rebelándose contra sus mandamientos.
Si el amor de una madre es el más noble y sublime entre los seres humanos, el amor de Dios es superior. La cualidad del amor de Dios es su fidelidad, su compasión y su ternura. YHWH no se olvidaría de su pueblo ni los abandonaría jamás. Parafraseando al poeta argentino, «¡Dios estaba loco por Israel!». ¿Puedes imaginarte que incluso se tatuó el nombre de su pueblo en sus manos para no olvidarse nunca de ellos? ¡Qué admirable es el amor de Dios por Israel!
Ahora bien, así como Dios ama a su pueblo Israel, también Dios te ama a ti, como un Dios infinito es capaz de amar. Dios no sólo está loco por Israel, también está loco por ti: «Si Dios tuviera un refrigerador, tendría tu foto pegada en él. Si Él tuviera una cartera, tu foto estaría dentro de ella. Él te manda flores cada primavera. Él te manda un amanecer cada mañana. Cada vez que tú quieres hablar, Él te escucha. Él puede vivir en cualquier parte del universo, pero escogió vivir en tu corazón. Enfréntalo, amigo, ¡Él está loco por ti!» (Facundo Cabral).
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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