UN LIKE PARA DIOS
«¡Alabado sea el Señor! ¡Den gracias al Señor, porque él es bueno! Su fiel amor perdura para siempre. ¿Quién podrá enumerar los gloriosos milagros del Señor? ¿Quién podrá alabarlo lo suficiente?» (Salmo 106:1-2 NTV).
Una de las mentes más brillantes de la historia humana, Albert Einstein, dijo: «Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro». Según esta afirmación, los milagros no tienen mucho que ver con la razón, sino con una decisión personal de fe en Dios, porque la evidencia está a disposición de todo aquel que quiera maravillarse y entusiasmarse con la magnífica creación de YHWH: «Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos» (Salmo 19:1).
Mientras medito en la Palabra y escribo esta reflexión, cae una lluvia fresca y copiosa sobre la ciudad de Orlando, propia de la temporada. La lluvia es uno de los fenómenos naturales más beneficiosos para la humanidad y el planeta: riega y da vida gratuitamente a los campos y jardines, rehidrata generosamente los mantos acuíferos, limpia los ríos y lava las ciudades, regula el clima medio ambiental y embellece el paisaje en grado superlativo.
El teólogo inglés, Lesslie Newbigin, escribió una vez: «La adoración consiste en volcar toda nuestra atención hacia aquel que es digno en grado supremo de nuestra consideración». Entonces, ¿a qué o a quién alabas y agradeces cuando te levantas en la mañana? ¿Eres otro mísero ciego que no ve la gracia de Dios obrando a su favor? Te animo a que permitas que la exuberante hermosura de Dios llene tu corazón en este día y abras tus labios para exaltar el maravilloso nombre del Todopoderoso. Se un fan del Señor, dale ‘like’ a todas sus maravillas, pues tus alabanzas no empachan su alma, la deleitan.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín
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