UNA TRAGEDIA MAYOR
"Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1 Juan 2:17).
Amy Winehouse, compositora y cantante británica, falleció el sábado 23 de julio de 2011 a los veintisiete años de edad. La partida de una joven tan talentosa fue una pérdida muy lamentable. El abrupto desenlace de la vida de Amy, generó una verdadera tragedia para el arte musical contemporáneo. Pero la mayor tragedia no consistió en que Amy Winehouse esté ahora mismo en una tumba, sino en lo que ella se llevó a esa tumba que jamás verá la luz.
Winehouse logró tanto en tan poco tiempo que hace imposible la tarea de imaginar todo lo que pudo haber hecho en otros veintisiete años más de vida. Hizo dos discos, de los cuales el segundo, "Back to Black", ganó cinco premios Grammy. George Michael la llamó “la vocalista más conmovedora que ha visto este país”. ¡Estaba en la cúspide de su carrera artística.
Emociona tanto pensar en lo que hizo, pero duele más pensar en lo que dejó sin hacer. Sólo meditemos en los poemas que no se escribieron, las canciones que no se compusieron, el hogar que no formó, los hijos que no tuvo, los consejos que no impartió, los libros que no escribió, los besos ni los abrazos que no dio y se los guardó para sí, para siempre.
Imaginemos la casa que no construyó, los conciertos en vivo que jamás la volverán a tener, los lugares que no visitó, las fotos que no tomó, los premios que no ganó, las caminatas que no realizó y las glorias de las que privó a sus padres, amigos y a su país natal.
Pero está claro que el nacer con talentos no le garantiza a nadie el éxito en la vida, pues el éxito está muy relacionado con conocer el propósito por el cual fuimos creados, nuestros roles en el mundo y el ejercicio eficaz de nuestros dones al servicio de los demás. El éxito en la vida tiene que ver con las decisiones que tomamos diariamente.
Lastimosamente, en su juventud temprana Amy tomó decisiones que repercutieron negativamente el resto de su vida y la empujaron a una muerte prematura. Amy decidió entrar en amistad con el alcohol y las drogas, un binomio compuesto de dos perversos y pésimos consejeros. Talento y vicios nunca han hecho buena química. Aun su propia madre, Janis Winehouse, quien se reunió con Amy el día anterior a su muerte, declaró: “Solo era cuestión de tiempo para que mi hija muriera. Parecía desorientada”.
El extinto ministro y autor de varios libros, Myles Munroe, escribió una vez: “La mayor tragedia que puede existir no es la muerte, sino la vida, la vida que fracasa en cumplir su propósito y desarrollar su potencial”. Esta frase nos declara cuán importante es que cada uno de nosotros tengamos claro la agenda que tenemos que desarrollar en esta vida, para que no la malgastemos ni la perdamos antes de tiempo.
-Carlos H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Febrero 22, 2019
Números 1-2
Marcos 3:31-4:20
Amy Winehouse, compositora y cantante británica, falleció el sábado 23 de julio de 2011 a los veintisiete años de edad. La partida de una joven tan talentosa fue una pérdida muy lamentable. El abrupto desenlace de la vida de Amy, generó una verdadera tragedia para el arte musical contemporáneo. Pero la mayor tragedia no consistió en que Amy Winehouse esté ahora mismo en una tumba, sino en lo que ella se llevó a esa tumba que jamás verá la luz.
Winehouse logró tanto en tan poco tiempo que hace imposible la tarea de imaginar todo lo que pudo haber hecho en otros veintisiete años más de vida. Hizo dos discos, de los cuales el segundo, "Back to Black", ganó cinco premios Grammy. George Michael la llamó “la vocalista más conmovedora que ha visto este país”. ¡Estaba en la cúspide de su carrera artística.
Emociona tanto pensar en lo que hizo, pero duele más pensar en lo que dejó sin hacer. Sólo meditemos en los poemas que no se escribieron, las canciones que no se compusieron, el hogar que no formó, los hijos que no tuvo, los consejos que no impartió, los libros que no escribió, los besos ni los abrazos que no dio y se los guardó para sí, para siempre.
Imaginemos la casa que no construyó, los conciertos en vivo que jamás la volverán a tener, los lugares que no visitó, las fotos que no tomó, los premios que no ganó, las caminatas que no realizó y las glorias de las que privó a sus padres, amigos y a su país natal.
Pero está claro que el nacer con talentos no le garantiza a nadie el éxito en la vida, pues el éxito está muy relacionado con conocer el propósito por el cual fuimos creados, nuestros roles en el mundo y el ejercicio eficaz de nuestros dones al servicio de los demás. El éxito en la vida tiene que ver con las decisiones que tomamos diariamente.
Lastimosamente, en su juventud temprana Amy tomó decisiones que repercutieron negativamente el resto de su vida y la empujaron a una muerte prematura. Amy decidió entrar en amistad con el alcohol y las drogas, un binomio compuesto de dos perversos y pésimos consejeros. Talento y vicios nunca han hecho buena química. Aun su propia madre, Janis Winehouse, quien se reunió con Amy el día anterior a su muerte, declaró: “Solo era cuestión de tiempo para que mi hija muriera. Parecía desorientada”.
El extinto ministro y autor de varios libros, Myles Munroe, escribió una vez: “La mayor tragedia que puede existir no es la muerte, sino la vida, la vida que fracasa en cumplir su propósito y desarrollar su potencial”. Esta frase nos declara cuán importante es que cada uno de nosotros tengamos claro la agenda que tenemos que desarrollar en esta vida, para que no la malgastemos ni la perdamos antes de tiempo.
-Carlos H. Suárez
Plan de lectura de la Biblia completa en un año:
Febrero 22, 2019
Números 1-2
Marcos 3:31-4:20
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