JESUCRISTO, EL ÚNICO MEDIADOR

✝️ JESUCRISTO, EL ÚNICO MEDIADOR

«Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre, quien se dio a sí mismo en rescate por todos, testimonio dado a su debido tiempo» (1 Timoteo 2:5-6 LBLA).

El nombre Timoteo es de origen griego y significa «el que honra, ama o adora a Dios». Este significado describe con notable precisión el carácter y la vocación de este destacado discípulo del Nuevo Testamento. Timoteo era hijo de una mujer judía creyente —Eunice— y nieto de una piadosa abuela llamada Loida, quienes influyeron decisivamente en su formación espiritual desde la niñez (2 Timoteo 1:5). Su padre, en cambio, era griego, lo que colocó a Timoteo en un contexto cultural mixto que, más adelante, Dios usaría para su ministerio entre judíos y gentiles.

Timoteo llegó a ser un verdadero hijo en la fe para el apóstol Pablo, quien lo amó profundamente y confió en él como en pocos colaboradores. A pesar de su juventud, de su temperamento tímido y de su salud frágil, Timoteo se distinguió por su madurez espiritual, su integridad moral y su fidelidad al evangelio. Poseía un auténtico corazón pastoral: enseñaba con fidelidad la sana doctrina, cuidaba con ternura a la iglesia y se interesaba sinceramente por el bienestar espiritual de los hermanos. Pablo da testimonio de su carácter cuando afirma que nadie como él se preocupaba genuinamente por los demás (Filipenses 2:20).

Por otra parte, el término mediador significa «portavoz», «árbitro» o «intermediario». Se refiere a alguien que actúa entre dos partes en conflicto con el propósito de lograr la reconciliación, restaurar la comunión rota o establecer un acuerdo justo y aceptable para ambas partes. En el ámbito humano, los mediadores intentan acercar posiciones y resolver diferencias; sin embargo, su alcance es limitado y temporal.

En un sentido supremo y eterno, el apóstol Pablo presenta a Jesucristo como el «único mediador entre Dios y los hombres» (1 Timoteo 2:5). Jesús representa perfectamente a Dios ante los hombres y, al mismo tiempo, a los hombres ante Dios, con el propósito de salvarlos. Este papel único exige una relación plena e íntima con ambas partes, lo cual solo es posible porque Cristo posee doble naturaleza: es verdadero Dios y verdadero hombre. Como Dios, revela fielmente el carácter, la justicia y la santidad divina; como hombre, se identifica con nuestras debilidades, sufre con nosotros y ministra con profunda compasión a favor de la humanidad. Ningún otro ser puede ocupar este lugar: solo Jesucristo es suficiente, perfecto y eterno Mediador.

Ahora lo sabes: Jesucristo te ama y es el único que puede salvarte de la condenación eterna. Por medio de su muerte y resurrección, abrió el camino para la reconciliación con Dios. Cree en Él con fe sincera, y serás perdonado de todos tus pecados, reconciliado con el Padre y recibirás el maravilloso regalo de la vida eterna.

—Carlos Humberto Suárez Filtrín