EL LLAMADO VALIENTE DE TIMOTEO Y EL PODER QUE CAPACITA
EL LLAMADO VALIENTE DE TIMOTEO Y EL PODER QUE CAPACITA
«Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio» (2 Timoteo 1:7 RV95).
Timoteo fue un discípulo fiel y uno de los colaboradores más cercanos al corazón y a la visión del apóstol Pablo. Aunque joven, tímido y de salud frágil, Pablo discernió en él un potencial extraordinario para el ministerio. Por eso le exhortó con ternura pastoral y firme convicción a avivar el fuego del don de Dios que había recibido mediante la imposición de manos. Todo indica que el apóstol contemplaba encomendarle a Timoteo la noble y exigente tarea de cuidar las iglesias que, con amor sacrificial y perseverancia, él mismo había fundado. No se trataba solo de administrar comunidades, sino de pastorear almas, guardar la sana doctrina y sostener la obra del evangelio en tiempos difíciles.
La Escritura nos enseña que Dios no llama al ministerio a quienes ya están plenamente capacitados; más bien, capacita con paciencia y gracia a quienes Él llama. Desde el inicio, el Señor fue formando a Timoteo de manera integral. Recibió la Palabra de Dios desde su niñez, heredó una fe sincera transmitida por su abuela Loida y su madre Eunice, fue dotado de un don pastoral para cuidar con ternura y amor el rebaño del Señor, y recibió un espíritu que no es de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. En Timoteo vemos que la formación espiritual comienza en el hogar, se afirma en la comunidad de fe y se confirma en el llamado soberano de Dios.
Se suele afirmar que la expresión «no temas» aparece 366 veces en la Biblia, una para cada día del año, incluso para el 29 de febrero en los años bisiestos. Más allá de la cifra exacta, el mensaje es claro y contundente: Dios llama a su pueblo a vivir sin miedo. La cobardía resulta contraproducente para la vida personal, la familia y el ministerio, porque paraliza la fe y convierte al siervo de Dios en prisionero de sus complejos y temores. El ministro de Jesucristo está llamado a ser esforzado y valiente, no por autosuficiencia, sino porque el Espíritu de Dios habita en él y transforma su carácter conforme a la imagen de Cristo.
El Espíritu Santo desea producir en ti una fe viva, una fe que confía en Dios, que mueve montañas y que da lugar a milagros, maravillas y vidas transformadas. Satanás, en cambio, intenta desviar tu mirada hacia los problemas, las limitaciones y los fracasos del pasado; pero el Espíritu te invita a mirar hacia arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios, recordándote que, en Él, también tú has sido exaltado. Dios ya te ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual; por lo tanto, no caminas como derrotado, sino como vencedor por gracia.
Sal ahora mismo de la apatía y del letargo espiritual. Enfrenta las adversidades con la certeza de la presencia de Dios, pelea como buen soldado de Jesucristo, persevera en el llamado que has recibido y declara la victoria del Señor en tu vida y en tu ministerio, para la gloria de Dios y la edificación de su Iglesia.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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