¡HOY ES EL DÍA!
🛐 ¡HOY ES EL DÍA!
«Como colaboradores de Dios, les suplicamos que no reciban ese maravilloso regalo de la bondad de Dios y luego no le den importancia. Pues Dios dice: "En el momento preciso, te oí. En el día de salvación te ayudé". Efectivamente, el "momento preciso" es ahora. Hoy es el día de salvación» (2 Corintios 6:1-2 NTV).
Pablo defiende con firmeza y convicción la autenticidad de su ministerio, afirmando que ni él ni su equipo han dado jamás motivo de tropiezo a nadie. Su conducta, su integridad y su entrega constante constituyen la mejor evidencia de que son verdaderos ministros de Dios. No se trata solo de palabras, sino de una vida que respalda el mensaje que predican. Ellos han soportado, con entereza y paciencia, toda clase de dificultades, aflicciones, incomodidades y privaciones. En medio de azotes, persecuciones, peligros, noches sin dormir y días sin comer, nunca abandonaron su llamado, pues sabían que la causa de Cristo vale cualquier sacrificio.
Además, Pablo resalta que su ministerio no se fundamenta en estrategias humanas ni en discursos elocuentes, sino en la verdad del evangelio. Su predicación ha sido fiel, transparente y centrada en las Escrituras. Su comportamiento siempre ha reflejado la bondad, la pureza y el amor que solo pueden fluir de una vida gobernada por el Espíritu Santo. La presencia del Espíritu no solo se percibe en los milagros, sino también en el carácter, la mansedumbre y la perseverancia de quienes sirven a Dios con un corazón íntegro.
En cuanto al llamado del evangelio, la Biblia nunca utiliza la palabra «mañana» para referirse a la oportunidad de salvación. Siempre presenta la invitación divina con la urgencia del término «hoy». ¿Por qué? Porque nadie tiene asegurado un mañana. La vida humana es frágil, pasajera e impredecible. La Escritura dice que nuestra existencia es como neblina que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. Por eso, resulta no solo imprudente, sino arrogante decir: «Lo haré mañana». El mañana pertenece a Dios, no a nosotros.
La gracia del Señor, sin embargo, se extiende una vez más sobre la humanidad, y ese día de gracia se llama hoy. Hoy es el día para reconciliarse con Dios. Hoy es el día para dejar atrás la indiferencia espiritual. Hoy es el día para tomar decisiones que trascienden la eternidad. Mañana puede ser demasiado tarde. Por eso, debemos vivir con diligencia, haciendo lo correcto, sirviendo a Dios y obedeciendo su voz como si no existiera un día más por delante. El Espíritu Santo está hablando hoy a tu corazón; escucha su voz, recibe su consejo, humíllate ante Él y cree en el Señor Jesucristo.
Querido amigo, si has llegado hasta este punto de la reflexión, entiende que el evangelio no es un mensaje más: es la mejor noticia que oirás en toda tu vida. Es el anuncio del amor insondable de Dios y del regalo incomparable que Él ofrece a la humanidad: la salvación por medio de su amado Hijo, Jesucristo. No rechaces su invitación. No endurezcas tu corazón. No permitas que tu oportunidad pase de largo.
Si hoy escuchas su voz, cree en el Señor Jesucristo, arrepiéntete de tus pecados y entrégale tu vida. Su promesa es firme y eterna: «Serás salvo tú y tu casa». Hoy es el día de salvación; mañana, nadie lo tiene asegurado.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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