EL MILAGRO DEL NUEVO COMIENZO EN CRISTO
🚼 EL MILAGRO DEL NUEVO COMIENZO EN CRISTO
«Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!» (2 Corintios 5:17 NVI).
Nunca olvidaré el momento sublime en que tuve a mis hijos por primera vez en mis brazos: criaturas nuevas, únicas, benditas y cargadas de propósitos extraordinarios para sus vidas. Aquel instante quedó grabado en mi memoria como uno de los más sagrados. De manera similar —y aún más gloriosa—, cuando una persona cree en Jesucristo ocurre un nuevo nacimiento espiritual. El Espíritu Santo opera milagrosamente una regeneración interior que ningún ojo humano puede observar, pero cuyos efectos se hacen evidentes con el tiempo. Aunque por fuera seguimos luciendo igual, por dentro ha ocurrido una metamorfosis irreversible, una transformación profunda que nos cambia desde la raíz. Pasamos de ser simples criaturas de Dios a ser hijos adoptados en Cristo, conformados a la imagen de su Hijo amado. Y con esa nueva identidad, recibimos no solo el amor del Padre, sino también las riquezas, privilegios y bendiciones que pertenecen a Cristo: su justicia, su posición y hasta su misma naturaleza espiritual.
¡Wow! ¡Eso es grandioso! En el instante en que creemos en Jesús, las superabundantes bendiciones de Dios son acreditadas a nuestra cuenta. Aquel que un instante antes era un pecador perdido, condenado por su propia maldad, ahora se convierte en un heredero de Dios y coheredero con Cristo. Todo lo que pertenece al Salvador —su paz, su libertad, su gloria futura— es otorgado al creyente de manera gratuita y eterna. Este milagro es tan profundo y misterioso que ni la eternidad bastará para explicarlo completamente. Jesús lo comparó con el viento: podemos percibir su efecto, pero no comprender del todo su origen ni su destino. Así ocurre con todo aquel que nace del Espíritu: su cambio es real, visible e indiscutible, aunque la obra interna permanezca envuelta en el misterio de Dios.
Las cosas viejas quedan atrás: la blasfemia, la inmoralidad, la ira, la violencia, el egoísmo, el robo y todo estilo de vida contrario a Dios. Ahora, en Cristo, todas las cosas son hechas nuevas. El que antes maldecía, ahora bendice; el que vivía para sí mismo, ahora sirve con amor; el que caminaba en tinieblas, ahora anda en la luz; el que destruía su vida y la de otros, ahora edifica, restaura, perdona y ama. ¿Qué ocurrió en esa persona para que una oración sencilla produzca un cambio moral y espiritual tan profundo? ¡Ocurrió el nuevo nacimiento! Solo el Espíritu Santo puede transformar un corazón de piedra en un corazón sensible y obediente. Pablo mismo experimentó esta realidad: de ser un feroz perseguidor de la iglesia, pasó a ser un incansable predicador del evangelio. Un encuentro personal con Jesucristo redefinió por completo su historia, sus valores, sus metas y, sobre todo, su destino eterno.
Y tú, mi amigo, ¿ya naciste de nuevo? ¿Has puesto tu fe en Jesús como tu único y suficiente Salvador? ¿Has experimentado esa transformación radical en tu interior que solo Dios puede producir? Recuerda esta gran verdad: el que nace solo una vez, muere dos veces (la muerte física y la muerte segunda, la separación eterna de Dios). Pero el que nace dos veces —físicamente y espiritualmente— solo muere una vez, porque tiene la vida eterna asegurada.
Si deseas creer en Jesús y nacer de nuevo hoy mismo, puedes hacer esta oración con sinceridad: «Jesús, creo en ti. Perdona mis pecados. Dame tu Espíritu y obra en mí un nuevo nacimiento. Amén».
—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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