Youtube

TRANSFORMADOS PARA VIVIR LA BUENA VOLUNTAD DE DIOS

TRANSFORMADOS PARA VIVIR LA BUENA VOLUNTAD DE DIOS

«Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo. No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta» (Romanos 12:1-2 NTV).

Nos encontramos en la sección de la epístola en la que Pablo aplica el evangelio a la vida práctica y cotidiana. Después de presentar las grandes verdades doctrinales acerca de la gracia, la justificación y la misericordia divina, el apóstol dirige ahora su atención al modo en que estas verdades deben moldear la conducta diaria de los creyentes. Muchos de los cristianos romanos —como sucede también hoy con no pocos creyentes— desconocían cómo adorar a Dios «en espíritu y en verdad», entendiendo que la adoración no es solo un acto dominical, sino una entrega total de la vida. Pablo explica que nosotros mismos somos el altar de Dios, y que nuestros cuerpos representan la ofrenda que colocamos sobre ese altar.

Ahora bien, ¿qué significa ofrecer nuestros cuerpos como sacrificio vivo en una adoración diaria? Significa negarnos a «conformarnos» al mundo. Esta palabra describe la acción de adoptar superficialmente la forma de algo, como el camaleón que se adapta a su entorno para confundirse con él. Es evadir la identidad que Dios nos dio para encajar en un sistema de valores pasajero, egoísta y distorsionado. El creyente, sin embargo, está llamado no a mimetizarse con las tinieblas, sino a ser «transformado». Pablo utiliza intencionalmente el término que alude a la metamorfosis: una obra profunda y progresiva del Espíritu Santo, semejante a la oruga que se convierte en una hermosa mariposa. Es un cambio desde adentro hacia afuera, donde el carácter de Cristo se va formando en nosotros mediante la Palabra, la oración y la obediencia.

El creyente que coquetea con las costumbres y filosofías de este mundo termina enemistándose con Dios, porque el mundo siempre arrastra hacia la rebelión, hacia el orgullo, hacia la independencia de Dios. Por el contrario, quien se presenta cada día ante el Señor como sacrificio vivo, santo y agradable, experimenta personalmente que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta. Puede que esa voluntad sea exigente, contracultural o incluso dolorosa, pero jamás deja de ser lo mejor para nuestra vida.

Aquí surge una pregunta legítima: si Juan el Bautista y Jesús ofrecieron sus cuerpos en sacrificio y uno fue decapitado y el otro crucificado, ¿cómo puede considerarse buena, agradable y perfecta la voluntad de Dios? La respuesta es un rotundo SÍ, lo es. La voluntad de Dios no se mide por la comodidad, sino por la eternidad. A veces, el camino que Dios elige para nosotros es áspero, pero siempre conduce a un propósito glorioso. La muerte de Juan no fue un fracaso; fue la culminación de una misión cumplida, inspiradora y trascendente: preparar el camino del Mesías. Y Jesús, mediante su sacrificio voluntario en la cruz del Calvario, nos abrió las puertas de una salvación eterna y nos reconcilió con el Padre. Lo que parece derrota a los ojos del mundo, en el plan de Dios es victoria absoluta.

La vida en el Señor es verdaderamente fantástica, profunda y fructífera. El salmista lo expresó con gozo: «El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado» (Salmo 40:8). Quien vive para Dios descubre un sentido que el mundo jamás podrá ofrecer. En contraste, la vida que el sistema de este mundo propone es aburrida, predecible y espiritualmente estéril. Sus premios son efímeros y sus glorias, pasajeras. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre, y las recompensas que recibirá no serán temporales, sino eternas e inmutables.

Vivir para cumplir el propósito de Dios es sabiduría; perseguir las bagatelas del mundo es necedad. Por eso, si hasta hoy tu vida ha sido una cadena de fracasos, heridas y malas decisiones, quiero decirte que en Cristo ese rumbo puede cambiar de manera radical. Si crees en Jesús, si lo recibes como Señor, si entregas tu vida como un sacrificio vivo, todo será diferente y eternamente significativo. Reflexiona en esta gran verdad: Si entronizas a Jesús en tu corazón, solo tengo una palabra más para ti: ¡Victoria!

—Carlos Humberto Suárez Filtrín

No hay comentarios

Con la tecnología de Blogger.