¿QUÉ LOBO ALIMENTAS? LA BATALLA ESPIRITUAL POR EL CORAZÓN
🐺 ¿QUÉ LOBO ALIMENTAS? LA BATALLA ESPIRITUAL POR EL CORAZÓN
«En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!» (Gálatas 5:22-23 NTV).
La conocida leyenda cherokee de «los dos lobos» enseña que dentro de cada ser humano se libra una batalla diaria entre dos fuerzas diametralmente opuestas. Por un lado, está el lobo negro: símbolo de nuestros impulsos más oscuros, como la ira, los celos, el egoísmo, la amargura, la violencia y el orgullo desmedido. Por el otro, está el lobo blanco: imagen de nuestras virtudes más nobles, como la compasión, la mansedumbre, la gratitud, el perdón, la pureza y la humildad. Ambos luchan por dominar el corazón, los pensamientos y la voluntad. La historia termina con una pregunta reveladora: «¿Cuál de los dos lobos ganará?». La respuesta es profunda y sencilla a la vez: «Aquel que tú decidas alimentar».
De manera muy similar, en la vida del cristiano se libra un conflicto interno constante y real entre dos naturalezas: la carne y el Espíritu. La carne —esa inclinación interna hacia el pecado heredada de nuestra condición humana caída— se manifiesta en deseos que producen inmoralidad sexual, idolatría, rivalidades, celos, envidia, ambiciones egoístas, pleitos, borracheras y una interminable lista de comportamientos que destruyen al ser humano desde dentro. En contraste, el Espíritu Santo produce un fruto totalmente diferente: amor genuino, gozo inquebrantable, paz profunda, paciencia, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Estas no son simples cualidades morales: son evidencias visibles de la presencia de Dios obrando en nosotros. ¿Quién vencerá dentro de ti? Exactamente el que tú decidas nutrir.
Proverbios 4:23 nos advierte con sabiduría eterna: «Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón (tu mente), porque de él brotan los manantiales de la vida». La batalla espiritual no se libra únicamente en las acciones externas, sino primero en el campo de la mente, donde se forman los pensamientos, se fortalecen los hábitos y se construyen los deseos. Si llenas tu mente de música que promueve valores contrarios al evangelio, de lecturas sensuales, de entretenimiento que normaliza el pecado, de conversaciones que alimentan la crítica, el orgullo o la ira, y de prácticas que anestesian la conciencia —como las adicciones y la búsqueda desmedida de placer— entonces inevitablemente la carne tomará control y te arrastrará hacia la derrota espiritual.
Pero si cada día nutres tu interior con la Palabra de Dios, si la lees, la memorizas, la meditas y decides aplicarla con obediencia; si te rodeas de literatura edificante, de amistades piadosas, de música que exalta a Cristo; si te reunes con la iglesia para orar, servir y adorar; si buscas la guía del Espíritu en cada decisión, entonces el Espíritu fortalecerá tu vida interior y te conducirá por el camino de la victoria, la claridad espiritual y la paz profunda.
Así que pregúntate con honestidad: ¿a qué «lobo» estás alimentando diariamente? ¿Quién dirige tu vida: el Espíritu de Dios o tus propios impulsos? La Biblia es clara: «Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz». No es un juego; es cuestión de destino. Si el pecado que habita en ti te ha llevado una y otra vez al fracaso, si te sientes atrapado, cansado o avergonzado por tus caídas, hoy es el día para volverte a Cristo. Cree en Jesús como tu Salvador, confiésalo como tu Señor, ríndele tu voluntad, y Él te levantará con poder, te limpiará, te transformará y te llenará de una paz que el mundo no puede ofrecer.
—Carlos Humberto Suárez Filtrín

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